Amigos para siempre

No hay nadie en la faz de la tierra que no quiera tener en su equipo a una delantera formada por Mbappé, Rodrygo y Vinicius. Y pese a que el '7' no salió de inicio, su entrada en el segundo tiempo fue crucial para encauzar un partido que se complicó sin motivo y donde la victoria fue merecida para el Real Madrid pese a la fe de un Espanyol aguerrido y que jugó sus armas. Un tridente letal y amigos para siempre.
No tardó el conjunto dirigido por Carlo Ancelotti en avisar. Fue Güler, en el minuto 2, con un centro chut que atrapó en dos tiempos Joan García. Era el conjunto blanco el que proponía, mientras que los 'pericos' se dedicaron a resguardarse y defender en bloque para sostener los ataques de su rival.
El aluvión de ocasiones del Madrid fue constante, pero Joan García contuvo a su equipo con casta y firmeza. Mbappé, en el 11', y Militao, de cabeza, a la salida de un córner, acercaron a los blancos al gol, pero ninguna de esas ocasiones llegó a buen puerto.
Agazapado en su propio campo, el Espanyol no salía y solo se dedicó a vivir a base de alguna torpeza defensiva de los de Ancelotti y de los contragolpes. Aun así, el cuadro de Manolo González transmitió seguridad en defensa y acabó frustrando, sobre todo el portero, todos y cada uno de los ataques del Madrid.
Se acercó tímidamente el cuadro visitante en la recta final de la primera mitad. Puado y Jofre probaron fortuna, pero el máximo rédito que sacaron fue el de los saques de esquina. Pese al merecimiento, el Real Madrid se marchó sin goles al descanso y con todo por decidir.
Salió con ímpetu el Espanyol en la segunda parte y llegó a la portería contraria. Primero Jofre, que se sacó un disparo que pegó en Militao y salió desviada, y, más tarde, Carlos Romero, que se animó desde lejos, pero el esférico se marchó fuera. Fueron las más claras para los 'pericos'.
En apenas un minuto, los de manolo González generaron más peligro que en toda la primera mitad, aunque la recompensa llegaría un poco después. En el 54', Joan García jugó en largo para Jofre, que apuró línea de fondo y se sacó el centro. La pelota rozó en un defensor y salió dirección a portería. Courtois trató de sacarla, pero esta pegó en su pie y se fue al fondo de la red. Autogol, 0-1 y todo el Bernabéu helado.
No se esperó Carlo Ancelotti y justo tras el gol en contra dio entrada a Vinicius. Eso sí, la acción del empate fue fruto de Bellingham, que se anduvo rápido ante Carlos Romero y se sacó el centro. Joan García, que estaba de '10', falló y la pelota se le pasó por debajo de su cuerpo, quedándose sobre la misma línea y siendo Carvajal el que la empujase para poner el 1-1.
Este tanto dinamitó las pocas opciones de sacar algo positivo que tenía el Espanyol y le abrió un camino infinito de ocasiones a los blancos. Mbappé y Bellingham se asociaron constantemente y siempre merodearon por el área. Mientras tanto, el peligro del Madrid llegaba por las bandas de Vinicius y Rodrygo encontrando numerosos espacios.
Pese a que la labor defensiva del Espanyol estaba siendo encomiable, la resistencia se agotó. Así pues, en el 75', Vinicius se sacó un pase de fantasía con el exterior y Rodrygo remató a placer para colocar el 2-1.
El '7' del Madrid estaba siendo decisivo, por lo que también quiso su gol. Un tanto que no tardó en llegar, en el minuto 78. Mbappé inició el contragolpe y vio el desmarque en profundidad del brasileño, que definió a las mil maravillas ante Joan García para el 3-1.
El partido estaba visto para sentencia y el Espanyol ya había resistido todo lo que estuvo en su mano. Aun así, los de Ancelotti comenzaron a gustarse y los hombres de refresco querían más. Así pues, Endrick se fue de Carlos Romero, pero este le agarró prolongadamente hasta que el '16' cayó en el área y Munuera Montero decretó penalti.
Protestó el conjunto 'perico', que pedía falta, pues no hubo claridad a que el brasileño cayese dentro. Aun así, y tras una revisión de la sala VOR, la pena máxima se iba a lanzar. Mbappé, que se está acostumbrando a eso de marcar de blanco, transformó el penalti para el 4-1 y certificó una nueva victoria blanca. El orgullo del Espanyol no fue suficiente y el Madrid ya baila al ritmo de su tridente letal.