El equipo dirigido por Diego Ramírez confirmó tras perder ante Ecuador (1-0) la debacle que le llevó a quedar matemáticamente sin opciones de clasificarse a los octavos de final tras la disputa de las tres jornadas correspondientes al Grupo B.
Los aztecas no consiguieron puntuar ante ninguno de sus rivales, terminaron últimos y, por tanto, no dispusieron siquiera de la opción de pasar de ronda entre las cuatro mejores terceras de grupo del torneo.
Este pésimo bagaje de la 'Tri' es solo equiparable al rendimiento de selecciones como Tahití, Honduras, Catar, Arabía Saudí y Sudáfrica, que también registran un casillero de puntos vacío, pero todavía disponen de un último encuentro para apurar sus opciones.
El choque inaugural del campeonato ante Italia deparó unas sensaciones colectivas preocupantes para los mexicanos, así como una falta de mecanismos grupales para activar a las piezas más decisivas. Solo José Macías, siempre desde la jugada individual, consiguió transmitir algo de miedo a la poblada defensa italiana.
La dupla de atacantes 'azzurri', formada por Scamacca y Pinamonti, machacó a la pareja de centrales compuesta por Gilberto Sepúlveda y Oswaldo León, y el planteamiento de Ramírez tampoco potenció a ninguno de sus jugadores, incapaces de mostrarse resolutivos en los últimos metros.
A pesar de la derrota, Ramírez mantuvo un discurso sereno y confiado, en el que explicó que su equipo "mostró una buena cara ante Italia" en un partido que, según el técnico, se decidió porque "la pelota parada pasó factura", pero del que salían "vivos" y "satisfechos" al tener dos partidos todavía por delante.
El tono del seleccionador mexicano fue cambiando con el paso de los partidos, ya que el término de la segunda jornada trajo consigo una nueva derrota, esta vez por tres goles y ante la Selección Japonesa, mucho más dolorosa que la anterior.
Si en el primer encuentro México demostró su incapacidad para encontrar a su jugador más talentoso, Diego Lainez, en posiciones de ataque ventajosas, debido a que el sistema de Ramírez le relegaba a la línea de cal y el dispositivo táctico de Italia le aislaba a muchos metros de la portería, las variaciones del técnico tampoco dieron sus frutos ante los asiáticos.
Con el bético partiendo desde la media punta y un nuevo esquema en el centro del campo, los mexicanos no pudieron anteponerse a la presión y el orden de Japón, personalizada en Kanya Fujimoto, a su capacidad para incomodar la salida de balón de los aztecas y a su facilidad de asociación y circulación tras recuperar el esférico. Además, el primer tanto de Japón estableció una diferencia anímica que desequilibró el encuentro e hizo estériles las variaciones.
"Anímicamente, el equipo no mantuvo el nivel", explicó tras el encuentro Ramírez. "La diferencia entre Japón y nosotros fue la paciencia, más cuando nos vimos abajo en el marcador", resumió el técnico sobre un partido en el que volvió a transformar el esquema durante el paso de los minutos sin resultado alguno.
Ni acercando a la estrella del Betis a la frontal del área rival ni tratando de que el '10' bajara a recibir al centro del campo ni tampoco moviéndole a las bandas, Ramírez consiguió accionar a su jugador más importante y a una de las estrellas con mayor cartel del torneo.
"Lainez hace su trabajo y no se va a cargar al equipo. Es un complemento y un gran aporte pero él solo no va a sacarnos adelante", avisó Ramírez tras el primer choque, aunque en ningún caso esperaba el desenlace de los aztecas en la competición.
Con la necesidad de ganar para sumar opciones de cara a la clasificación a octavos como tercera de grupo, México volvió a caer derrotada en el último partido del grupo ante Ecuador (0-1) y ratificó el desastre.
Los campeones del último Sudamericano se adelantaron pronto en el marcador con un tanto de Gonzalo Plata y los mexicanos se mostraron, una vez más, incapacitados para generar las ocasiones, en cantidad y calidad, necesarias para superar al bloque ecuatoriano.
Así, el combinado mexicano se despidió como una de las grandes decepciones de un Mundial Sub 20 al que llegaba como una de las favoritas y del que se marchó como colista de su grupo sin ningún punto, con un golaveraje de cinco tantos en contra y uno solo anotado (a balón parado), sin haber conseguido hacer brillar a Diego Lainez, José Macías o Misael Domínguez y como un combinado escaso de recursos técnicos, tácticos, anímicos o físicos para competir frente al resto de selecciones.