Si hasta el minuto 45 el Barcelona-Nápoles estuvo entretenido, con dos tantos y otro anulado, el añadido también estuvo a la altura. Hubo siete minutos extra en los que pasó de todo: dos goles tres dos penaltis y varios minutos de tensión en el Camp Nou tras una patada que tuvo a Leo Messi varios minutos doliéndose en el suelo.
Todo ocurrió en el minuto 39, cuando Koulibaly y el argentino acabaron rodando por el suelo tras lo que en un principio parecía un choque entre ambos. Los dos se quedaron doliéndose mientras más de uno se preguntaba si no había sido penalti del zaguero africano.
Bastó una repetición para salir de dudas: el senegalés iba a despejar con contundencia, pero el capitán del Barça apareció por detrás y le ganó la partida: el resultado fue un patadón al tobillo izquierdo del argentino.
El VAR comenzó a chequear lo que Çakir no había visto en el campo. Sin embargo, la incertidumbre por si señalaba o no los once metros pronto cambió a la preocupación por Messi, muy dolorido sobre el césped y sin moverse.
Seis minutos después del lance, y tras acudir el colegiado turco al monitor, vio la clara patada. Por entonces, Messi sonreía en el césped para calmar a los suyos, aunque aún muy dolorido. Debido a ello o porque ya lo tenía previsto, cedió la pena máxima a Luis Suárez, quien la transformó con seguridad engañando a Ospina.
Ello obligó a cinco minutos de añadido. En el tercero de ellos, Rakitic fue a despejar dentro del área ante Mertens, quien acabó rodando por el suelo. Aquí no dudó Çakir, quien se reafirmó tras la consulta con los monitores. Insigne anotó el lanzamiento, que dejó algo más de suspense para la segunda mitad.