Cada vez que se habla del rompedor retorno a la élite del Cádiz, el primer nombre que sale a la palestra es el de su entrenador, Álvaro Cervera. El técnico amarillo se ha convertido en el estandarte del Carranza tras cuatro temporadas a bordo de un proyecto en constante evolución. Un camino que, huelga decir, no ha recorrido solo. Ni mucho menos.
De la mano de Cervera camina también Álex Fernández. El capitán del equipo es un fijo para el preparador desde que aterrizó en la Tacita de Plata en 2017, procedente del Elche. En total, 135 partidos que han cocinado a fuego lento una confianza mutua; una simbiosis ganadora que se mantiene viva, muy viva, ahora que los gaditanos han vuelto a Primera.
Hablar de Álex Fernández es hablar también de la extensión de Álvaro Cervera sobre el terreno de juego. El líder cadista, de 28 años, ha asumido un papel protagonista en las primeras ocho jornadas de LaLiga pese a no haber visto todavía portería. Difícil, habida cuenta de que no ha realizado un solo disparo a puerta en 623 minutos de juego.
Un escenario que contrasta por completo con la pasada temporada, cuando registró los mejores datos ofensivos de su carrera: 13 goles clave para el ascenso y cinco asistencias. También completa menos pases largos (1,49 frente a 2,29), menos duelos ofensivos (3,11 frente a 5,43) y muchos menos envíos en tres cuartos de campo (2,98 frente a 6,11) cada 90 minutos.
¿A qué se debe este cambio de registro, menos incisivo, más horizontal? ¿Por qué no da la sensación de estar jugando peor que en la 2019-20? La respuesta parece ser táctica.
Como muchos recién ascendidos en temporadas recientes, el Cádiz ha optado por desplegar ante sus rivales un sistema más sólido y compacto, juntando las líneas para evitar que el rival cree espacios, y renunciando a una iniciativa que les era más fácil tomar en Segunda División. Una fórmula de fácil aplicación al clásico 4-4-2 de Cervera y a la que Álex Fernández -aunque la muestra aún es pequeña- parece adaptarse a la perfección.
La analítica avanzada de ProFootballDB define al madrileño como un mediocentro organizador con una alta capacidad de trabajo y sacrificio. Y velocidad. Los 33,84 km/h que alcanzó ante la SD Huesca dan buena cuenta de ello. Virtudes estas que le han convertido en uno de los recuperadores más expeditivos (5,68 cada 90’) y fiables (6,33 recuperaciones por cada falta que comete) del campeonato. También pierde muchos menos balones (6,23) que el año pasado.
Basta ver su mapa de acción para darse cuenta de lo flexible de su juego, pese a partir habitualmente como interior izquierdo. Esta determinación la ha trasladado también al ámbito aéreo, con un promedio de 1,49 duelos exitosos frente a los 0,92 de la 2019-20, redondeando una metamorfosis que ha impulsado al Cádiz a liderar la interesante comitiva andaluza -junto a Granada y Betis- que aspira a obtener una plaza europea la próxima temporada.