A principio de esta década, su nombre era uno de los más repetidos entre los expertos de cara a dominar el centro del campo en los años venideros.
Si alguien preguntaba por el futbolista más prometedor de Francia en la sala de máquinas, la respuesta era la misma: Yann M'Vila.
El jugador galo, de 29 años, comenzó a despuntar allá por 2007 en las filas de un Rennes que le puso en el escaparate.
Sus cualidades por aquel entonces (juventud, descaro, despliegue y, sobre todo, físico) cautivaron a los grandes equipos del Viejo Continente y pronto se empezó a vincular a un joven Yann a los trasatlánticos de Europa.
Su nombre estuvo durante muchos meses en la órbita de Barcelona y Real Madrid allá por 2011, ya que ambos clubes veían en el a un jugador para una década.
Sin embargo, su salida de la entidad gala se dilató en el tiempo y el destino, el Rubin Kazán, hizo que, junto a un bajón en su rendimiento, casi se le perdiera la pista.
La aventura rusa solamente duró de inicio un par de temporadas (2012-13 y 2013-14). Tras la misma, comenzó la zozobra de M'Vila.
Un curso en el Inter sin casi minutos, una campaña en el Sunderlad y de vuelta a Kazán por dos temporadas hasta que, en 2017, regresó a su patria.
Ese verano, con tan solo 27 años, firmó por el Saint-Éttiene y desde entonces M'Vila ha vuelto a sentirse importante y a ser en parte aquel jugador que prometía ser. Y es que no hay lugar mejor que el hogar.