Es lógico que un partido con dos Messis acabe en tablas. El genuino, sin marcar, de nuevo ansioso ante el gol 700, dio dos a su socio de siempre; el otro, el nacido en Moaña, se inventó un golpeo propio del rosarino para igualar a dos minutos del final y dejar al Barça sin media Liga. Fue el partido de los pillos, sin duda.
El Barça se fue peor que nunca de Balaídos cuando parecía haberse convertido en su clínica de oxígeno. Ciertamente, presentó bastantes mejoras en Vigo. Se le vio más fresco de piernas y de pensamiento, más entero, más convencido. Pero purgó su falta de contundencia por dos veces. Y lo que pintaba a rehabilitación moral se convirtió en la bofetada que le puede despertar del sueño del título.
De hecho, es que hubo dos Barcelonas a la vez. Uno liviano y vivo en ataque, gracias a la entrada de inicio de Riqui Puig y Ansu Fati, y otro plomizo y superado atrás. Definitivamente, el equipo de Setién juega sin airbags, y Piqué no puede sacar adelante la estación de bomberos él solo. Umtiti rotó para ser su socio esta vez y no solo se le vieron las costuras, es que una de sus desatenciones costó el 1-1.
El partido empezó y terminó con dos genialidades. La primera, la del Messi auténtico, demostró su grandeza. Óscar le deparó un jugador a cada palo para frenar las faltas en la frontal que tanto temía. Leo cambió el tiro directo por el centro a Suárez en el segundo palo y mandó así un mensaje de futuro a todos los que temen su golpeo directo a balón parado. Cuando le quieren cerrar el grifo de las faltas-penaltis, él contraatacó con la falta-asistencia.
Era el minuto 20 y el premio a la mejor puesta de largo del Barcelona desde la vuelta del fútbol. Setién se atrevió a premiar el buen papel de los canteranos ante el Athletic y encontró en ellos la manera de mejorar.
No le dio tiempo a paladear mucho la ventaja al equipo azulgrana, porque Ter Stegen, tan errático con los pies como decisivo con los guantes, regaló un balón al Celta que no fue gol de milagro solo dos minutos después del 0-1. Y casi sin tiempo para volver a aflojar el nudo de la corbata, el alemán tuvo que mandar al palo un mano a mano ante Brais Méndez.
Pasada la torrija, el Barça se recolocó en su rol de dominador. Y al descanso podría haberse ido más tranquilo si la angustia no hubiera empañado la mirilla de Messi: con todo para marcar en la frontal, la echó arriba. La ansiedad de los 700 goles le está pesando en los disparos, no así a la hora de crear desequilibrios, cuestión que siguió dominando.
Hasta el gol olímpico buscó, pero ni así. Esa fue la última foto antes del descanso. A la vuelta, con Ter Stegen llegando a los 500 minutos sin encajar un tanto, una sucesión de calamidades en la medular rompió al Barça. La perdió Rakitic, Umtiti salió de su posición y vendió a Piqué ante Okay. Este le regaló a Smolov otro momento de gloria, pues ya le había marcado al Madrid.
El empate fue una cortina de humo para el juego, el guion no cambió. Messi, con un punto de sangre en losojos, se echó al equipo encima y el Celta volvió a vivir en la cornisa frente a su área.
Ello le permitió recuperar la ventaja. Semedo presionó y robó, Leo vio a Suárez por el retrovisor y este, en mejor o peor forma, demostró que lo de ser '9' es una condición eterna, no física. Se revolvió y metió la puntera para hacer el 1-2.
Ahora sí que parecía sentenciado el triunfo, más por el palo moral y la responsbilidad de que no se escaparan los puntos. Pero Nolito se puso a juguetear con Aspas. Tras un aviso del gaditano, llegó la falta que en el minuto 88 puede haber dinamitado el título.
Era para un diestro y todos miraban a Nolito. Pero el otro Messi, su versión española a escala menor, también quiso demostrar que sus niveles de inspiración son igualmente altos. Tiró por fuera de la barrera y dejó a Ter Stegen convertido en una estaca. La duda de si la barrera estaba mal colocada quedó subsanada pronto; el de Moaña había frotado la lámpara.
Piqué buscó la épica de delantero centro, pero lo realmente heróico fue que Ter Stegen sacara bajo palos, en el minuto 95, el tercero de Nolito cuando apenas tenía que empujarla. Y el día en que parecía que el Barça se daría un impulso moral se pegó tal tortazo que convierte su actual liderato en un ilusionismo; el Madrid puede dar un zarpazo bestial hacia el título en el campo del quebrado Espanyol. Además, las caídas de Ansu Fati, Piqué y Messi dentro del área nos dejarán otra intensa semana de polémica arbitral.