A los amantes del fútbol les tiene que gustar Osasuna. Da gusto ver jugar a este equipo, esté uno más de acuerdo o no con el estilo. Pero la pasión que este equipo le pone a este deporte, especialmente en El Sadar, está por encima del resto de detalles.
Este Osasuna de Arrasate es un equipo reconocible, como lo es el Granada -actual líder en solitario de Primera-, una muestra más de que el nivel en la categoría de plata cada vez es mayor.
Apenas un cuarto de hora duró el Valencia en el partido. Un equipo que llegaba desgastado por la participación en Champions, aunque no debe excusarse en eso. El conjunto 'che' estuvo mal, lento, falto de ideas y, sobre todo, incapaz de frenar a un auténtico tsunami rojillo.
Y eso que el partido se le puso de cara pronto. Gameiro aprovechó la excesiva contundencia de Raúl Navas a ras de suelo, para dejarle chorrando, plantarse en el área y ceder con un envío raso a Rodrigo, que empujó a placer para ser héroe antes de tornarse en villano.
Cuando parecía que Osasuna se iba a afligir por ese tremendo 'knockout' en el 15' de partido, ocurrió todo lo contrario. El Sadar y los jugadores de Arrasate tiraron de coraje y casta para encerrar a su rival, que ya de por sí iba con la predisposición de ceder el control.
El punto de inflexión, sin duda, llegaría a la media de encuentro. Rodrigo se fue expulsado: perdió los papeles en una jugada física muy dura -como todas las del partido- y, en el suelo, soltó un codazo (involuntario o no, no lo sabemos) muy peligroso a Estupiñán. Apenas protestó.
La traca llegaría a los cinco minutos: centro de Rubén García y testarazo fabuloso de un Oier inconmensurable. Un empate psicológico. Antes del descanso, el castigo pudo ser peor, pero san Jaume -sustituto de garantías por la baja de Cillessen- evitó una pesadilla antes de marchar a vestuarios.
No obstante, tanto va el cántaro a la fuente... Osasuna es un equipo incisivo. Muchos golpes se tiene que llevar para dar por perdido algo. Solo necesitó tres minutos para ponerse por delante. Otro cabezazo, de ilusión, ganas y éxtasis, rojillo para voltear el electrónico.
Rubén García se comió al joven Correia y remató a placer un envío acaramelado de Roberto Torres. Osasuna tiene el mismo material que la temporada pasada, en Segunda, pero es que no le hace falta más; son muy buenos...
Un alarido valencianista llegó con el tanto de Gameiro, anulado por el fuera de juego previo de Ferran Torres. Entró Maxi Gómez, pero nada: la inferioridad numérica era una losa muy pesada. El huracán Osasuna siguió haciendo mella.
En el 80' de partido, un balón suelto en el área fue rematado con todo el alma de Estupiñán, el que faltaba por sumarse a la fiesta. Un zarpazo brutal. Inapelable para Jaume. Osasuna mató el encuentro a base de golpes y embestidas.
Tres puntos que le permiten adelantar al cuadro de Celades y rozar los puestos de Europa League, además de igualar una estadística fabulosa como local: 30 partidos consecutivos ligueros sin conocer la derrota para un equipo que es un auténtico ciclón con el apoyo de su hinchada.