Ya lo dijo el presidente. Ya lo acaba de decir Arbeloa. Y durante el partido de Champions ante el Malmö, las televisiones han transmitido el mensaje. Es claro y conciso: "el Real Madrid no cometió alineación ilegal porque no le fue notificada la sanción". Ése es el discurso oficial del club, y se están encargando de que cale hondo.
Pendientes de que su última apelación fructifique o no, el Real Madrid continúa promocionando el encuentro de la semana que viene, el cuál carece hasta de designación arbitral. Pero eso poco importa cuando tienes un mensaje que transmitir, un mensaje del que depende en gran medida que esos alegatos caigan o no en saco roto.
Porque si se vuelven a tumbar los argumentos del Madrid, pero el mensaje ha calado y la opinión popular ha pasado de considerar lo de Cádiz como "un ridículo espantoso" a tratarlo de "agravio comparativo hacia el Real Madrid por ser un club grande", los 'malos' serán los del Comité de Competición, no la Directiva, no Benítez, ni Cheryshev, ni los múltiples culpables a los que se señaló con el dedo cuando ocurrió la catástrofe, que va camino de perderse en las brumas de la memoria.
El Real Madrid sí que es más que un club. Es una empresa, una corporación que maneja como pocos el marketing, las relaciones públicas, la publicidad y la propaganda. Son de lo mejor que hay actualmente en ese campo, no se puede negar. Y puede que el levantamiento del castigo sea su último éxito. El tiempo dirá.