La Selección Española se dirigió, con mucho sufrimiento, hacia ese camino gracias a su empate contra Marruecos en la última cita del Grupo B en Kaliningrado (2-2). Dos horas antes, Rusia terminó segunda en el A tras una dura derrota por 3-0 frente a Uruguay.
España nunca ha perdido con Rusia desde la desaparición de la URSS. Ha jugado contra ella seis encuentros, con cuatro victorias, entre ellas dos en la Eurocopa que ganó en 2008, y dos empates, el más reciente en un último amistoso que terminó 3-3 el pasado 14 de noviembre.
El que pase de esta ronda pasará a unos cuartos le llevarían el día 7 de julio hasta Sochi, al suroeste de Rusia contra el ganador de la eliminatoria entre el primer clasificado del Grupo D (probablemente Croacia) y el segundo del C (en principio, Francia o Dinamarca, que se enfrentan entre sí este martes para definir posiciones, con la alternativa también de Australia).
Otro factor a tener en cuenta es la dificultad que siempre tiene jugar ante el anfitrión, en este caso Rusia. El cuadro estepario inició el Mundial por todo lo alto, con dos triunfos ilusionantes, pero pinchó en hueso ante una Uruguay más acostumbrada a estas batallas mundialistas.
En el recuerdo, el aciago cruce de cuartos de final ante Corea en el Mundial de 2002. Los asiáticos, anfitriones, se beneficiaron de un arbitraje lamentable que aún es una herida abierta para el fútbol español. No dejan de ser recuerdos, pero también escollos mentales que los de Hierro deben superar.