"Desde marzo tengo claro que Griezmann jugará en el Barça". Con esa frase lapidaria pareció confirmar el consejero delegado del Atlético de Madrid Miguel Ángel Gil Marín el fichaje de Antoine Griezmann por el conjunto azulgrana.
Todo ello pese a las constantes muestras de desaprobación de la afición y el entorno del club. Las encuestas sobre su posible fichaje no llegan al 50% de aprobación y la pitada recibida por el jugador en su última visita al Camp Nou fue un gesto más de que en el Barça no sentó nada bien 'La decisión'.
Hay que recordar que, de ser ciertas las palabras de Gil Marín, aquel partido ya se disputó con el francés muy cerca del Barcelona, así que a la estrella del Atlético de Madrid no le tuvo que hacer ninguna gracia la reacción de la que casi seguro se convertirá en su futura afición.
Además, tanto ex jugadores como varios miembros cercanos al club han mostrado su rechazo a su incorporación. Lo han hecho tanto desde factores puramente futbolísticos como desde otros, más mediáticos o que tienen que ver con la complicada forma de ser del jugador.
Su llegada está puesta en duda tanto por ex presidentes como Laporta como por candidatos a serlo en el futuro como Font, de ahí que la incorporación de Griezmann pueda interpretarse como un órdago de Bartomeu justo antes del fin de su mandato. Si sale mal, tendrá difícil que el barcelonismo continúe confiando en su equipo de trabajo.
Entretanto, el club sigue sin anunciar nada, los días pasan y la anunciada revolución que iba a llevar a cabo el Barça tras las catástrofes de Anfield y Sevilla ha empezado a suavizarse. Jugadores que estaban casi fuera han pasado a estar simplemente en duda y parece que los grandes cambios volverán a convertirse en ligeros retoques. Todo ello mientras, al otro lado del puente aéreo, el eterno rival sólo hace que fichar y fichar...