Rusia y España, España y Rusia. Un anfitrión y un aspirante al título, cara a cara en octavos de final, un partido de difícil pronóstico teniendo en cuenta la negativa imagen que España dejó ante Marruecos. Rusia, con un país detrás y el ímpetu que le dio sus dos primeros partidos, será sin duda un difícil escollo.
Echando la vista atrás, la Selección Española guarda maravillosos recuerdos de sus enfrentamientos con los esteparios. Desde que la URSS desapareció, España nunca ha mordido en polvo con Rusia. Hubo varios resultados ajustados, algún empate y dos triunfos que destacan por encima del resto.
Para recordarlos hay que remontarse hasta 2008, a la Eurocopa de Austria y Viena. La del éxtasis español, la del título con la que Luis Aragonés y sus chicos sentaron cátedra. Allí, en dos partidos sencillamente majestuosos, España acabó con una brillante generación rusa, liderada por Arshavin.
El primer envite fue el debut para los dos. En la fase de grupos, España pasó por encima de Rusia mientras los de Hiddink no se enteraban de la película. Un triplete de Villa y un tanto de Fàbregas pusieron la primera firma y lanzaron un aviso que completaron un mes después.
En el camino hasta la final, otra vez Rusia. Arshavin destrozó en cuartos a Holanda tras una prórroga inolvidable. No era la Rusia de la primera fase y España lo sabía, hacía falta un plus para alcanzar la final. Y España lo dio, vaya si lo dio.
Posiblemente, esta semifinal disputada en el Ernst Happel representó la mejor actuación de la mejor España de la historia junto a otra semifinal, la de Mundial de 2010 ante Alemania. Rusia fue un juguete en manos de Xavi, que dio una lección y abrió el marcador. Completaron la fiesta Güiza y Silva, uno de los pocos supervivientes de un partido emblemático.