Las caras de Gabriel Jesus y Raheem Sterling fueron un poema cuando el colegiado pitó el final del partido. Los dos tuvieron ocasiones claras de marcar... y las fallaron.
Cuando se señaló el término del encuentro, ambos delanteros fueron los más afectados en el terreno de juego. Nadie podía consolarles, ni sus compañeros, ni su entrenador, ni los rivales...
Incluso el árbitro intentó conversar con ellos. Uno por uno fue tratando de levantar a los futbolistas del cuadro 'skyblue', pero no fue posible. Todos estaban abatidos.
El City volvió a quedarse sin premio y parece maldito en una competición que trata de ganar por todos los medios posibles de forma desesperada.