Le tocó el parón en China, y le ha vuelto a tocar en Europa. y lo peor es que desde que volvió al Atleti apenas ha jugado. Yannick Carrasco debe sentirse como si estuviera haciendo una pretemporada de seis meses.
Su último partido en China fue el 1 de diciembre. Por esas fechas en España ni se había oído hablar del coronavirus. Ni siquiera en China era aún un problema. De hecho, solo los más suspicaces creen que la epidemia estaba activa por aquel entonces.
A última hora del mercado invernal, el Atleti sorprendió anunciando la vuelta de Carrasco, y el belga re-debutó justo en el derbi del Bernabéu. Fue la primera de sus cuatro suplencias consecutivas.
Ahí, tras acumular poco más de una hora de juego, empezó a caerse de los planes del Cholo. Sin minutos en la ida ante el Liverpool ni tampoco ante el Villarreal, fue titular en Cornellà, para volver a ser suplente ante el Sevilla y desaparecer del mapa en Anfield.
Y llegó su segundo parón, y con él, la incertidumbre y las dudas al respecto del belga. Porque es cierto que no ha demostrado nada desde que volvió, pero no es menos cierto que apenas ha tenido oportunidades.
Carrasco volvió tras dos meses de inactividad competitiva, y le costó readaptarse al fútbol europeo. Le costó demasiado, dicho sea de paso, pero poco hubiera importado que se hubiera entonado desde el mismo Bernabéu, pues mes y medio después le tocó volver a parar por el virus.
Al estar cedido por el Dalian Yingfang, de lo que haga en el mes y medio que, en teoría, le queda al campeonato depende que el Atleti apueste de nuevo o no por él.
Pero claro, para lograrlo debe ponerse a punto y entrar en dinámica competitiva cuanto antes, y, a la vista del desolador panorama que se atisba en el horizonte, parece harto complicado.