El mercado (o el Liverpool) obliga a De Zerbi a reinventarse

Roberto de Zerbi es el principal artífice del desembarco del Brighton & Hove Albion en la Europa League. Tomó las riendas de un equipo con un futuro incierto tras la salida de Graham Potter rumbo al Chelsea y, lejos de verse obligado a reconducir una época de turbulencias, puso el timón recto y directo a la zona alta de la clasificación en la Premier League. El problema, que sus planes para la nueva temporada se han visto condicionados por el presente mercado de fichajes.
El Liverpool, que ya pagó 42 millones de euros por el fichaje de Alexis Mac Allister, está a punto de cerrar la incorporación de Moisés Caicedo por 140 'kilos', una cifra récord que dejará atrás los alrededor de 86 abonados en el pasado al Southampton por Virgil van Dijk. Un asunto interesante es cómo las cifras de las operaciones en la élite futbolística inglesa están disparándose, pero otro es el proceso de reconstrucción al que deberán someterse los 'seagulls' en su centro del campo.
El argentino y el ecuatoriano, la campaña pasada, se erigieron en engranajes claves de un sistema llamativo, diferente y que hizo las delicias de voces autorizadas como la de Pep Guardiola. El entrenador del Manchester City llegó a decir de las 'gaviotas' que su forma de sacar la pelota de atrás es la mejor de Europa. Para semejante imagen, la pizarra se apoyó en dos futbolistas que, ahora, vestirán de rojo y estarán a las órdenes de Jürgen Klopp -si nada se tuerce con el acuerdo por el latinoamericano-.
El panorama no es el ideal para Roberto de Zerbi, que afronta un año deportivo en el que deberá compaginar mantener al Brighton al alza en la Premier League con dar la talla en la Europa League. La experiencia advierte de que, para unas metas de este calibre, es preciso contar con una plantilla profunda y de calidad, así que no se descarta que la directiva reinvierta parte del dinero obtenido por sus 'cracks' en nuevos refuerzos.
De momento, el italiano cuenta con Bart Verbruggen, portero; Igor Julio, defensa; James Milner, centrocampista; Mahmoud Dahoud, también centrocampista, y Joao Pedro, atacante, para reinventarse. Posicionalmente, los huecos que el Liverpool ha causado están cubiertos, pero, en términos de rendimiento, el recambio no está tan claro: Milner llega como descarte de Anfield y Dahoud, tras jugar tan solo 10 partidos con el Borussia Dortmund en la 22-23.
Las cifras ayudan a entender la importancia de Alexis Mac Allister y Moisés Caicedo en los planes de De Zerbi. La temporada pasada, el argentino fue el 6º jugador de la plantilla con más encuentros disputados, el 4º con más minutos, el 5º con más titularidades, el líder goleador y el principal lanzador de penaltis. También es quien más diversificó sus dianas: anotó en 10 duelos diferentes, un dato que solo iguala Kaoru Mitoma.
El ecuatoriano fue el 2º con más enfrentamientos en su hoja de servicios, el 3º en minutos, el 3º también en titularidades y el 1º en tarjetas amarillas, lo que habla bien de cómo su entrenador le utilizaba para detener los ataques contrarios con falta cuando fuera preciso. De hecho, Mac Allister fue el 2º más amonestado de la plantilla. Es la confirmación de que el dúo ha sabido entender las exigencias de su técnico en la construcción y la destrucción de juego.
La numerología no solo apoya la tesis de que el Brighton ha perdido a dos vértebras claves de su columna, sino que hay un tercer pilar que parece que ha pasado por debajo del radar del mercado de fichajes: Pascal Gross. Es quien más salió al campo, quien más lo hizo como titular y quien más tiempo estuvo en el mismo la campaña anterior, en la que también fue el máximo asistente (10) y, replicando este aporte en dianas de factura propia, el mayor generador de gol del equipo.
Cuando De Zerbi mira a su lateral, teme que lo que queda de agosto le arrebate a una pieza tan importante, así que sería incompleto terminar este análisis sin mencionar otro caso sonado y de desenlace diferente. Robert Sánchez, lanzado al escaparate, en parte, por su convocatoria con la España de Luis Enrique, firmó con el Chelsea bajo un paraguas de 20 millones de euros, pero no incordió a su entrenador. Lleva un tiempo prefiriendo a Jason Steele. Primero, por estilo; después, porque el de 'la Roja' no quería el sonrojo de ser convocado solo para ocupar el banquillo.