"Cuando aparece lo hace con una facilidad terrible. Y por eso es el mejor", decía un dolido Sául bajo el chaparrón al analizar el partido que el modernísimo Metropolitano acababa de presenciar. Un partido que ganó Leo Messi, sencilla y llanamente.
Lo ganó el de siempre haciendo la de siempre, una jugada millones de veces vista. No hay antídoto cuando el argentino entra en combustión. Y no necesita 90 minutos de machaque para pisotear rivales, tumbar esquemas, romper marcadores. Le basta un chasqueo de dedos, un pimpampum, un tiro cuadrado+L2. No en vano, es el hombre que, salvo desastre natural, va a recibir su sexto Balón de Oro este mismo lunes.
El partido no pasará a la historia por su belleza. Estuvo entretenido por el vigor que mostraron ambos equipos, por el miedo a fallar, la portentosa actuación de Ter Stegen, los siete pulmones de Herrera, el sempiterno protagonismo de Mateu... y por Leo Messi, que empaquetó en el Wanda su gol número 30 al Atlético de Madrid. Otro cuadro para su museo.
El Atlético de Madrid tuvo al Barcelona cogido del cuello en varios tramos, pero no le ahogó lo suficiente. Pero en lo que intentaba desquebrajar la igualdad no cerró bien los espacios, permitió el correcalles y en una de esas el astro de Rosario se pasó el juego. A falta de plan, el Barça siempre tiene a Messi. Y Leo es trampa. Una vez más. Es el mayor 'bug' desde que el fútbol es fútbol. Una flecha siempre arriba.
La perdió Lemar en el centro del campo y dimitió en su intento de recuperarla, Leo activó la moto, sorteó a Thomas, se la pasó a su eterno frontón Luis Suárez, la devolvió el charrúa y Messi, con una deliciosa rosca, como la que puso el Santiago Bernabéu bocabajo hace dos años y medio, rompió el muro de Oblak. Minuto 86. Ahí acabó el partido. 'Game over' para el Atlético, ya había ganador.
Hasta la irrupción del 'crack', el Atlético bordeó el gol en más de una ocasión. Si no marcó fue porque Ter Stegen no quiso, el palo escupió la bola o lo impidió la propia puntería de los rojiblancos. El Barcelona también tuvo sus oportunidades, como un travesaño de Piqué y tiros peligrosos de Messi y Suárez. A los puntos habría ganado el Atlético de Madrid; pero aquí valen los goles, como el que hizo Messi. Cabe mencionar que si esto fuera boxeo, no obstante, el argentino es Tyson.
Gran Atleti de inicio
El Atlético salió con la lección bien aprendida. Presión asfixiante, dentellada en cada duelo, choque y pierna fuerte. Estuvo casi media hora el Barça sin tirar a puerta. Para entonces, los 'colchoneros' sumaban en su balance un testarazo de Morata, un misil de Herrera, un casi autogol de Junior que acabó en el palo y el enésimo milagro de Ter Stegen a remate de Hermoso.
Acabó el Barça algo mejor la primera mitad. Los 'culés' se sacudieron la presión y lograron avanzar líneas. Messi asistió a Rakitic en la primera de peligro de los de Valverde. Piqué, en el minuto 43', la envió al travesaño. Poco antes, Ter Stegen volvió a convertir el agua en vino después de un remate de Morata.
Obra de arte de Messi
Vigilado Messi por el trío Saúl-Koke-Herrera, negado el abucheado Griezmann, el Barcelona se vio contra las cuerdas en la segunda mitad. El Atleti no aprovechó una contra maravillosamente creada por Herrera, providencial Lenglet en el corte. Respondía el Barcelona a la contra. Se partió el partido, volcado el Atlético de Madrid en busca del gol. Morata, de tacón, y Trippier, en la misma jugada, no marcaron gol por un pelo.
En ese ir y venir, a Lemar se le escapó la bola y Messi hizo magia con la mejor pelota que le llegó. Acabó el encuentro con Oblak en el área del Barcelona, achicando agua hasta la conclusión. Para entonces Leo ya había dictado sentencia. El Balón de Oro dictará la suya en unas horas.