Apenas había transcurrido el primer minuto del encuentro, cuando Alexis Sánchez cargó su pierna para armar un disparo que se estrelló en la mano de Amartey y el colegiado no dudó en sancionar la pena máxima.
Paul Pogba, que estrenaba capitanía en Old Trafford, materializó la pena máxima con suma tranquilidad. El disparo del francés se alojó al fondo de las mallas de Kasper Schmeichel.
Lejos de hundir al Leicester, el tanto del francés no hizo si no espolear a unos 'foxes' que arrancaron el encuentro con personalidad, queriendo asumir el protagonismo desde el inicio.
Bajo este contexto, Mourinho aceptó el baile de Puel y se limitó a contener las embestidas de su rival. Aunque gozaban de la posesión, el dominio estéril del Leicester no inquietaba a Old Trafford.
Sólo Maddison consiguió asustar a la parroquia local, exigiendo la mejor versión de De Gea. El guardameta español sacó a relucir sus reflejos para espantar las dudas que sembró durante el Mundial.
La intervención del portero despertó del letargo al United, que subió una marcha tras el descanso para tratar de cerrar el partido y no llegar a los últimos compases con una renta demasiado corta.
Sin embargo, ni Rahsford ni Lukaku -que entró por el inglés- pudieron batir a Schmeichel y tuvo que ser Luke Shaw el que firmara el 2-0, tras una maniobra excelsa que transformó un mal control en un autopase sin saber bien cómo.
Cuando Old Trafford ya saboreaba la victoria, Vardy sembró el pánico en el minuto 92. El delantero inglés redujo la diferencia, alimentando el sueño de remontada del Leicester que nunca llegó.
Golpeó primero Mourinho en esta Premier League 2018-19, en un encuentro donde el Manchester United exhibió su capacidad para dominar a su rival sin necesidad de cuajar un gran partido.