La Liga Portuguesa ha alcanzado su undécima jornada con uno de sus partidos más emblemáticos, el derbi de Lisboa entre Benfica y Sporting de Portugal, esta vez con no sólo el honor en juego, sino también el liderato y el puesto de Roger Schmidt.
Los 'leones' ocupan la punta de la tabla con 28 puntos, 3 más que las 'águilas', los defensores del título que, en caso de victoria en el choque del domingo, les arrebatarían el liderato, aunque con los mismos puntos.
Sería más que un triunfo para el Benfica, ya que vencer a sus vecinos y archirrivales podría apaciguar, aunque no del todo, el descontento que se ha instalado entre los aficionados 'encarnados', sobre todo después de su desempeño en la Liga de Campeones.
El Benfica sólo ha conocido la derrota en la Champions, la última de ellas por 3-1 ante la Real Sociedad, un resultado generoso para el pobre rendimiento del campeón portugués en San Sebastián, que le dejó sin opciones de avanzar en la máxima competición continental.
Y una derrota contra el Sporting, que aún no ha caído en la Liga esta temporada, podría tener efectos catastróficos para el equipo dirigido por Roger Schmidt.
Por su parte, el cuadro verdiblanco llega al 'derbi de la 2ª circular' -la carretera que cruza los estadios de ambos clubes, separados por apenas 5 kilómetros- con una situación diametralmente opuesta.
Sólo el Atalanta, con un 1-2 en Europa League, ha logrado derrocar esta temporada a los 'leones', liderados en el campo por el internacional sueco Viktor Gyökeres, con 11 goles en todas las competiciones.
Un derbi de reencuentros
El entrenador del Sporting, Rúben Amorim, conoce bien el Estádio da Luz, donde pasó la mayor parte de su carrera como jugador. Se formó en las 'águilas ' y se proclamó campeón de Portugal en 3 ocasiones con la camiseta del Benfica.
En el otro lado estará João Mário, producto de la afamada cantera verdiblanca. Mário debutó como profesional en el Sporting y, tras varios años, regresó al club, con el que conquistó el título liguero bajo la batuta de Amorim.
Sin embargo, al año siguiente se fue al Benfica, lo que le convirtió en persona non grata para la afición de los 'leones', que ni siquiera le perdonaron los abucheos durante un partido de la Selección Lusa disputado en el Estadio de Alvalade.