Casi sin quererlo ni necesitarlo demasiado, el Real Madrid pasó por Zorrilla y se llevó el triunfo en el choque menos importante de los que los blancos han disputado en las últimas dos semanas.
El Real Valladolid fue un dignísimo rival, como ya lo fue ante Barça o Atlético, pero murió por su propio desacierto y un devenir de los acontecimientos demasiado cruel una vez más para los pucelanos.
El choque dejó ver en el inicio la enorme necesidad de los de Sergio. El Valladolid machacó de salida a un Madrid que volvió a cometer los mismos vicios de los últimos días. Los movimientos eran escasos tanto en ataque como en defensa y nada parecía cambiar.
Tras un aviso de Sergi Guardiola al contragolpe, el Valladolid dispuso de un nuevo penalti con el que acabar con su mal fario de la presente temporada. Odriozola agarró inocentemente a Óscar Plano y Alcaraz continuó con la racha negativa de los castellanos, fallando el quinto de los cinco lanzados esta campaña con un disparo que no salió de Zorrilla de milagro.
Por si el golpe anímico de un nuevo penalti fallado no hubiera sido suficiente, el destino, en forma de VAR -aplicado correctamente, eso sí-, se cruzó en el camino de los pucelanos en cinco minutos fatales, los que fueron del primer tanto anulado a Sergi Guardiola, por fuera de juego de Keko, al cabezazo del atacante balear, esta vez anulado por posición antirreglamentaria propia.
El Valladolid, por más narices
Pero ni todos los males del planeta iban a ser capaces de frenar al Valladolid en su lucha por ampliar la ventaja con un descenso que ahora está a sólo un punto. Centró una vez más Keko, devolvió al corazón del área Guardiola y remachó a portería vacía Anuar.
A la tercera, se ponía por delante un Valladolid que estaba dando un auténtico baño de juego a un Real Madrid que seguía en una suerte de tercer tiempo del choque ante el Ajax. En todos los sentidos.
Sin embargo, tanto esfuerzo de los locales no tendría su recompensa, pues el equipo pucelano volvió a fallar en el área propia. Un grosero error de Masip en un saque de esquina inofensivo del Madrid -despejó mal ante Nacho- permitió a Varane empujar a portería vacía el empate que empezó a edificar el triunfo blanco.
Conseguir el 1-1 con tan poca presencia ofensiva ya dio alas al Real Madrid, que recibió una ayuda aún mayor de los castellanos tras el descanso. Óscar Plano le devolvió el penalti a Odriozola y Benzema escenificó la diferencia de calidad entre ambos conjuntos.
El tanto sacó a relucir todas las carencias de los de Sergio, incapaces de hacer daño a un Real Madrid terrenal, pero que tiró de orden para sumar tres puntos balsámicos tras el terremoto de las últimas semanas.
Mientras los locales dispusieron del balón, cada contragolpe blanco empezó a ser medio gol, incluso cuando los blancos estaban ya con diez por la expulsión rigurosa a Casemiro.
Antes, el propio Benzema había aprovechado un nuevo córner para aguijonear las esperanzas de sumar del Valladolid, que todavía encajaría un último tanto por mediación de Modric cuando los blancos estaban en inferioridad numérica y el choque ya agonizaba.
El día que todos esperaban una huelga general que sentenciara a Solari, el once blanco se puso el mono de trabajo y sacó de Zorrilla un triunfo tan trabajado como poco vistoso. Al Valladolid, al borde del precipicio, le queda una semana menos para cumplir con el objetivo de la salvación, aunque las sensaciones sean cada vez más preocupantes.