El Girona de Míchel es un equipo de autor. Su entrenador se las ha apañado para colarse entre el Real Madrid y el Barcelona en el inicio de la temporada en la Liga siendo fiel a un estilo de juego vistoso, fluido, que confía en la posesión de la pelota y que no tiene miedo a defender con pocos hombres para alejar la pelota de la portería propia. Pero, para conseguirlo, es preciso contar con las piezas claves. BeSoccer Pro ya detectó a una, Miguel Gutiérrez, un lateral reinventado a todocampista. Ahora, apunta a Aleix García.
Tras la victoria ante el Almería el ex del Eibar se convirtió en el primer exponente de Primera División en pases con éxito y pases al último tercio con éxito. En líneas generales, con 658 envíos correctos, se ubica por delante de Jules Koundé, clave en la salida de balón del Barcelona con 628; Kirian Rodríguez, traslación de los conceptos de García Pimienta a la medular de Las Palmas con 611; Daley Blind, pilar del lanzamiento de jugadas albirrojas con 572, y Andreas Christensen, con funciones similares a las de Koundé y un registro de 571.
Nótese la presencia de varios defensas centrales en esta lista. Los especialistas en la zaga suelen asociarse con sus compañeros en una parte del terreno que no comporta demasiados riesgos, lo que aumenta sus cifras en este 'ranking'. De ahí que cualquier irrupción notable de un jugador entregado al centro del campo sea especialmente meritoria. Es el fruto de construir la columna vertebral de un esquema, una de las partes más sensibles para la pizarra.
Gracias a la seguridad que Aleix García aporta al Girona, el resto del vestuario tiene vía para moverse con esa libertad de movimientos que Míchel profesa. Sin él, quizá Miguel Gutiérrez no podría disfrazarse de mediapunta, Iván Martín no podría dejarse ver por tantos espacios distintos en el verde o Blind no contaría con un socio siempre disponible en el puesto del pivote para sacar el cuero de atrás. Es el depurador del equipo.
Pero las prestaciones de este jugador van más allá y también le hacen destacar como pasador al último tercio: no hay otro futbolista de la Liga que atine tanto en esta linde como él. Suma 98 envíos con éxito con Frenkie de Jong -95- a su estela seguido de Jules Koundé -86-, Toni Kroos -82- y Pepelu y Blind -80 ambos-. Esta estadística es fruto de 2 elementos: el 1º es el ya desglosado, su buen hacer a la hora de hacer transitar la pelota; el 2º es lo alto que se posicionan los de Montilivi en el césped.
A mayor lejanía de la posesión propia de la meta, más probabilidades de que los pases se dirijan hacia el área contraria o la zona de tres cuartos. Esta es una de las claves del estilo que se está aplicando en el cuadro albirrojo. La apuesta, a veces, descose las vestiduras de la línea de atrás como ocurrió en la visita del Almería, que empezó ganando el partido por 0-2, pero merece la pena. El resultado final, de 5-2, y el puesto en la tabla, 2º, son las evidencias.
Otro termómetro que BeSoccer Pro pone sobre la mesa para estudiar cómo Aleix García funciona tanto sacando el balón de atrás como llevándolo a territorios de peligro es su mapa de calor. Goza de mucha presencia en el perfil izquierdo y es habitual verle tanto en las inmediaciones de la media luna de los suyos como en la de sus contrincantes. Incluso se posiciona en las bandas o en la demarcación de un extremo tradicional cuando las basculaciones del grupo se lo exigen.
Un pase de clase mundial
Ampliando la radiografía estadística del pase de Aleix García al ámbito europeo, no solo no deja de destacar, sino que es líder. Cruzar su pases con éxito en tres cuartos de campo con su porcentaje de tino en el envío en general implica verle con mejores promedios que 'cracks' de la talla de Aurélien Tchouaméni, Gavi, Ilkay Gündogan, Manuel Locatelli, Jude Bellingham o Adrien Rabiot. La comparativa se ha deslizado con mediocentros que hayan disputado al menos 800 minutos esta temporada en las grandes ligas.
El pupilo de Míchel garantiza cerca de 9 asociaciones en las inmediaciones de la frontal por cada 90' y, aun así, supera el 90% de acierto en líneas generales. Lo habitual cuando un futbolista toma riesgos tan avanzados es que su ratio de tino decrezca: es una consecuencia natural de rodearse de rivales o de buscar lanzar jugadas de mayor probabilidad de gol. No ocurre con el ex del Dinamo de Bucarest, que mantiene su precisión.
Quizás el lector se haya detenido en el nombre del club recién mencionado, el Dinamo de Bucarest. En efecto, el protagonista de este análisis ha pasado por momentos sinuosos en su trayectoria antes de alcanzar su estabilidad actual. Después de formarse en el Villarreal y en el Manchester City, militó en la Liga Belga a préstamo, en el Mouscron, y, al término de su vinculación con el Etihad Stadium, se unió a las filas del conjunto rumano.
Después de esta aventura, acordó un regreso a España de la mano del Eibar que no le proporcionó demasiados réditos. Es entonces cuando un Girona en Segunda División le propuso formar parte de su proyecto. No se equivocó. Se convirtió en el depurador del equipo en el proceso de ascenso a Primera y, en la actualidad, en uno de sus pilares. En junio de este año, renovó hasta 2026. Lo suyo es un ejercicio de reinvención para encontrar un hogar deportivo.