El dinero mueve el mundo y el fútbol no escapa de esa realidad irrefutable. No gusta por el componente romántico que adquiere el deporte más bonito del mundo, pero cada vez parece más difícil huir de una máxima que se adueña del fútbol y que ha encontrado a su villano, aunque legítimo, en el poderío económico de Arabia Saudí. Su presencia actual en el fútbol era inimaginable años atrás, cuando apenas se daba a conocer en este deporte. El impulso económico de un país que juega en otra liga en este sentido ha comprado, con papel y sellos, parte del mapa de este deporte. Grandes futbolistas que deciden pasar los últimos años de su carrera en una Liga Saudí que, pese a crecer, no deja de ser primeriza entre estrellas. Pero lo que de verdad cambia el tablero del juego es ver que puede llegar a convencer a futbolistas que están todavía en plenitud. Incluso a los que están entre los mejores ¿300 millones por Mbappé? ¿700 anuales de salario? La información adelantada por el periodista Fabrizio Romano y 'Relevo' obliga a entender cómo el país saudí ha llegado a este punto. Entender por qué partiendo desde el núcleo.
El Fondo de Inversión Pública saudí (el PIF) trabaja bajo el paragüas de Vision 2030, el macroplán del país con varias paradas en estos años y con la intención de hacer que Arabia Saudí deje de depender del petróleo. Invertir en otros sectores que, en unos años, dejen beneficios propios para diversificar esos ingresos del país. En ese proceso, mejorar la imagen pública del país también es importante. Y el deporte, además de ayudar a generar ingresos, es una vía para hacerlo. Partiendo de esta base, cabe recordar que Arabia Saudí decidió retirar su candidatura para el Mundial 2030. No van por ahí los tiros. La idea es crear una competición que compita con las grandes de Europa y que pueda generar ingresos e imagen. No solo en fútbol.
El pasado mes de junio, ya con Cristiano Ronaldo en el Al Nassr y con Karim Benzema en el Al Ittihad, hubo un movimiento estratégico importante que, quizás, pasó desapercibido y que ayuda a entender que los principales nombres que se relacionan con Arabia Saudí se muevan siempre entre los mismos clubes. A principios de junio, el PIF compró el 75% de las acciones de cuatro clubes: Al Nassr, Al Ittihad, Al Ahli y Al Hilal. En cristiano, desde ese momento, estos equipos han pasado a estar controlados por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí. Pese a mantener algunas participaciones sin ánimo de lucro, ya forman parte del PIF. Parte del proceso Vision 2030, como comunicó Abulaziz bin Turki Al Faisal, príncipe y titular del Ministerio de Deportes. En ese plan final de Vision 2030, se busca que la Liga Profesional Saudí pase de ingresar unos 112 millones de euros a más de 447 millones por año.
Sin embargo, esas prisas por intentar firmar a grandes jugadores cuanto antes ha hecho que caiga en la pirámide de preferencias la necesidad de invertir en instalaciones. No todos los equipos cuentan con buenas infraestructuras de entrenamiento, algo clave para los futbolistas de nivel mundial que llegan desde Europa. 'The Athletic' hablaba hace un mes de que sí existe ese plan por implementar una nueva dinámica para la base, pero que ha quedado eclipsada por esa obsesión de fichar una y otra vez.
En el camino por externalizar y dar visibilidad a la competición, algo clave en ese proceso de intentar colocar la Liga Saudí entre las mejores del mundo, la competición se mueve de cara a encontrar acuerdos beneficiosos para transmitir el torneo en muchos países para multiplicar esa visibilidad antes del inicio de la temporada 2023-24. Reino Unido, China, Turquía y Brasil parecen los más próximos en llegar a ese acuerdo. Para ello, estos países tendrán que llegar a un acuerdo con Saudi Sports Company, la compañía controlada por el estado y que compró los derechos de la competición hasta 2025.
La idea es que el control del PIF sobre los cuatro clubes mencionados (Al Nassr, Al Ittihad, Al Ahli y Al Hilal) sea temporal, desveló 'The Athletic'. En ese plan estratégico de Arabia Saudí por crear una de las mejores ligas del mundo, pasa el proceso de privatizar en algún momento esas propiedades. Es decir, el plan del PIF es llegar a vender a inversores privados y que cada uno tome el control de estos una vez tengan ya su imagen y su atractivo para el extranjero. Una vez se consiga, reanudará el proceso con otros equipos, por importancia en el país, hasta conseguir que los 18 clubes de la máxima categoría tengan esa inversión privada. El empujón inicial del PIF es solo la primera parte del proyecto. Una bengala para llamar la atención de los grandes jugadores. A partir de ahí, sería más fácil.
Cristiano, el primero de muchos
El primer golpe serio del fútbol saudí llegó en diciembre, cuando el Al Nassr convenció a Cristiano Ronaldo para que el portugués desembarcara en la Liga Saudí tras dejar el Manchester United. A sus 38 años, Cristiano firmó un contrato vinculante de dos temporadas y media en las que recibiría cerca de 200 millones por año. En el Manchester United, en su último contrato, no pasaba de los 25 millones por año. Una diferencia económica que marcó la diferencia para el portugués, el primer gran movimiento del mercado saudí. Pero solo fue el principio.
Su llegada parecía que no iba a significar nada más allá de tener a uno de los grandes nombres de las últimas décadas en el fútbol europeo, pero pronto llegaron las réplicas tras el primer terremoto. La mayoría enfocados en los cuatro clubes de los que hemos hablado hasta ahora comprados por el PIF. El Al Ahli, pretendiente de Mbappé, ha firmado hasta ahora a Édouard Mendy, ya ex portero del Chelsea, o a Roberto Firmino. El Al Ittihad es el que más se ha movido: el número uno fue el fichaje de Karim Benzema, pero no el único. También han aterrizado N'Golo Kanté y el luso Jota. El Al Nassr, además de a Cristiano, ha firmado a Seko Fofana, Brozovic y Alex Telles. Por último, el Al Hilal ha incorporado a Rúben Neves, Koulibaly y Milinkovic-Savic. Sueldos astronómicos aparte, estas últimas tres inversiones dejaron 118 millones en gastos por traspasos.
Si analizamos fríamente, todos los nombres importantes se han concentrado en estos cuatro equipos, los cuatro que ahora son controlados por el Fondo Soberano Saudí y que, por tanto, tienen vía libre para gastar. En el resto de equipos, traspasos residuales y sin impacto mediático. Y prácticamente todos los rumores importantes que se mueven alrededor del fútbol saudí se centralizan en estas cuatro cartas del PIF en su plan inicial por potenciar la imagen de la competición. Serán más los que se incorporen antes del inicio de la temporada.
El fútbol, una inversión más del PFI
Sin embargo, es importante no perder el foco de este análisis que pasamos a la competición saudí. La inversión en la Liga no es más que una ramificación de esa Vision 2030 que se plantea el país. Externalizar y mejorar una marca saudí que ya se venía haciendo en el extranjero. En octubre de 2021, el Newcastle United fue comprado por el PIF después de recibir la luz verde de la Premier League. Una operación cerrada en una cantidad cercana a los 300 millones de libras y que ha llevado al Newcastle a jugar al equipo británico la próxima edición de la Champions League.
No solo en clubes, sino también a nivel de competiciones. Que Arabia Saudí no entre finalmente en la carrera por el Mundial 2030 no quita que el país ya haya querido formar parte del ecosistema fútbol estos últimos años. Desde 2020 y a excepción de 2021 por la pandemia, la Supercopa de España se juega en el país saudí. Después, tomó ese camino Italia. Pero esa presencia en el fútbol no es más que, como hemos dicho, una parte del conglomerado Vision 2030 que también ha tenido coletazos en otros deportes.
El LIV Golf es otro proyecto clave del PIF. Se trata de un circuito diferente al PGA con un impulso económico muy superior en cuanto a premios. Algunos de los golfistas que han decidido dar importancia al LIV Golf se encuentran, de hecho, entre los mejores pagados del 2023 según Forbes: Dustin Johnson (107 millones de dólares) o Phil Mickelson (106) están en el 'top 10', por delante de Roger Federer, Stephen Curry o Kevin Durant. El impacto del LIV Golf en el deporte ha sido bestial. Otro tanto que se apuntó el país saudí. En motor, Arabia Saudí ya compró sus participaciones en el Dakar, que se celebra en Arabia Saudí desde 2020 y es uno de los grades escudos a nivel deportivo. También la Fórmula 1, que ya ha celebrado tres ediciones en Jeddah. El nivel de lujos de Arabia Saudí se lleva también al deporte.
Consiguió los Juegos Asiáticos de Invierno 2029, que se decidieron gracias al alucinante proyecto presentado y centralizado en el proyecto NEOM, la idea de una ciudad futurista que el país pretende construir con una superficie que será tres veces Chipre y que se situará al noroeste del país. Tendrá sus propias leyes civiles y tributarias con el objetivo de atraer la inversión extranjera. Vendida como "la ciudad más segura del planeta", se planea instaurar sistemas de vigilancia de última generación: drones, cámaras de reconocimiento facial y una IA capaz de notificar delitos sin necesidad de denunciarlos. El fútbol saudí solo es una ramificación de una macropotencia económica, la saudí, que parece no tener freno.