81 días pasaron desde la última hazaña del Madrid de Cristiano y Zidane al primer descalabro del Madrid de Lopetegui. De Kiev a Tallin, de Ucrania a Estonia. De la decimotercera Copa de Europa a morder el polvo a manos del eterno rival de la ciudad, ese que se acostumbró a hincar rodilla cuando la bola rodaba fuera de España.
El Atlético fue mejor que el Madrid, no hubo más. Jugó mejor sus cartas y se aprovechó de los desaires blancos, hechos carne en una defensa horripilante y en un error de Marcelo que mandó al Madrid al socavón cuando más cerca tenía el triunfo. Lo de la prórroga fue una avalancha del Atlético, que esta vez no fue derrocado como un castillo de naipes.
No lo hizo porque no sintió miedo. Se amparó en su fenomenal plantilla, en un Simeone que, pese a vivir el choque en la grada, ganó la partida a Lopetegui. No sufrió porque enfrente, para temor madridista, ya no está Cristiano. Bale y Benzema enseñaron la patita en una primera mitad ilusionante, pero en los últimos minutos los balones buscaron al '7', al que ya no está.
El esférico fue perro sin dueño, ese que atraía rivales y los arrastraba a la lona dejando a los compañeros camino hacia la victoria. Sin él, el Madrid es menos. No se descubre nada nuevo, se sabía desde el primer segundo en el que se confirmó su fichaje por la Juventus. Nadie te hace 450 goles en nueve temporadas, a menos que te llames Leo Messi. Lo sabe Casemiro, al que se le escapó un "echamos de menos" a Cristiano más que significativo.
Reculó el brasileño, pero la realidad no se puede esconder. Como tampoco el hecho de que Zidane ya no esté en el banquillo. Ni peor ni mejor que Lopetegui, ni más bonito ni más feo que el español. Diferente, eso sí. Con un aura demostrada que cambió partidos en situaciones dantescas, que llevó al Madrid a tres Champions consecutivas.
El francés fue durante dos cursos y medio la flor y el método que el club necesitó para tocar los cielos de toda Europa. El de Tallin se encapotó. O mejor dicho, se tiñó de rojiblanco. El clavo ardiendo se enfrió y al Madrid se le escapó por el sumidero el primer título de la temporada. Algo a lo que en el Bernabéu, últimamente, no estaban acostumbrados.