La decepción del 'Clásico' y el terremoto de la dimisión de Josep Maria Bartomeu amenazaban este miércoles a un FC Barcelona que, para más inri, hacía frente a uno de sus principales demonios en los últimos años: las grandes noches europeas lejos del Camp Nou.
El encuentro frente a la Juventus de Turín en Italia era toda una prueba de fuego en este aspecto que el conjunto dirigido por Ronald Koeman superó con creces en el mejor choque desde la llegada del neerlandés al banquillo.
Los Messi, Dembélé, De Jong y compañía tomaron el Juventus Stadium y lograron un triunfo que, más allá de encarrilar el pase a los octavos de final, sienta las bases para olvidar errores del pasado y poder afrontar con garantías los duelos de Champions fuera de casa ante grandes rivales.
Y es que desde que conquistó la 'Orejona' en 2015, el Barça había acumulado una debacle tras otra a la hora de rendir visita a los equipos considerados candidatos al título. Las pocas veces que no fue así, el equipo 'culé' dejó muy malas sensaciones.
En la Champions 2015-16, con Luis Enrique en el banquillo, el Barça cayó eliminado en cuartos de final tras caer por 2-0 ante el Atleti en el Vicente Calderón. Un curso después, el equipo de 'Lucho' sumó tres derrotas sonadas lejos de la Ciudad Condal: 3-1 frente al City en la fase de grupos, 4-0 en París contra el PSG y 3-0 precisamente ante la Juventus.
No varió mucho la cosa en la campaña 2017-18, en la que, en duelos de entidad, solo pudo sacar sendos empates ante Juventus (0-0 en los grupos) y Chelsea (1-1 en octavos) antes de la hecatombe en Roma (3-0).
La Liga de Campeones 2018-19 dejó el recuerdo de la sonada derrota en Anfield por 4-0. Antes, el cuadro 'culé' sumó un triunfo por 0-1 en un campo histórico como Old Trafford, aunque era un Manchester United en horas muy bajas.
El curso pasado solamente el Bayern de Múnich sirvió realmente como vara de medir lejos del Camp Nou (en campo neutral, eso sí) y el resultado no dejó mucho lugar a la interpretación: 2-8 y una eliminación para la historia negra del club.
Ahora, con este 0-2 en Turín, el Barça puede empezar a sacar por fin pecho y recuperar parte del prestigio y respeto que ha perdido lejos de su feudo durante el último lustro.