El fútbol no profesional (instituciones, organismos, consejos, clubes, futbolistas y técnicos de Segunda División B, Tercera División y categorías inferiores) debate su futuro a corto plazo ante la propuesta de la Federación de dar por acabada la temporada regular y organizar una especie de fase de ascenso exprés sin contemplar descensos. Una propuesta con adhesiones y detractores que no ha conseguido generar consenso, sobre todo en aquellos que se quedan sin alcanzar su objetivo cuando todavía disponen de calendario por delante para lograrlo.
Vaya por delante que el coronavirus es un problema de primer orden a nivel internacional y que la vuelta del fútbol solo cabe contemplarse cuando las autoridades sanitarias y competentes lo autoricen. Hasta entonces, no queda otra que ofrecer alternativas para una solución justa, o como mínimo, no perjudicial para ninguna de las partes implicadas, en especial para aquellos que van a padecer las consecuencias de esta decisión, que son los clubes en lid con todo por decidir.
Solo hay una vía que pueda hacer coincidir a todos los equipos de divisiones no profesionales: completar la liga y disputar las rondas de ascenso y descenso previstas una vez terminada la fase regular. Como la pandemia avanza a pesar del aplanamiento de la curva, y ante la posibilidad sobre la mesa de prorrogar el estado de alarma, cabe aceptar que se debatan propuestas y planes de acción.
Pero las prisas, como en todo, no son buenas consejeras. El apremio del CSD a la Federación, partidaria de finalizar la campaña como está previsto, aunque sea en un formato compromido, ha derivado en un torrente de opiniones, borradores, contraofertas y gritos en el cielo absolutamente justificados por parte de aquellos clubes que temen no poder conseguir en el césped lo que se estaban ganando defender o, como mínimo, aspirar. "La temporada acabará, que lo ganado o perdido sea en el césped", dijo Luis Rubiales hace menos de un mes.
14 de abril de 2020
Precipitarse a una solución de urgencia aboca al fútbol a un periodo de entreguerras de unas tres o cuatro temporadas, hasta que los grupos y categorías puedan redefinirse de forma lógica. Siendo lo justo poder terminar la campaña, queda contemplar como alternativa menos injusta la de declarar nula la temporada, que nadie suba y nadie baje. Ya que se ha dicho que nadie descienda, que tampoco nadie ascienda. Que todo se deje como está.
15 de abril de 2020
Por supuesto, esto es un agravio para el que a día de hoy se ha colocado en posición de 'play off', pero, ¿qué hacer con ese quinto a un punto de zona de promoción de ascenso y con un partido aplazado? La obligación de redactar un reglamento exprés y la falta de jurisprudencia amparará a los clubes que se sientan perjudicados por la idea de la Federación. Desde ProLiga temen un aluvión de reclamaciones y denuncias que metan al fútbol modesto en un boquete del que sea imposible salir. Por no mencionar la situación de insostenibilidad que va a provocar en Segunda B y Tercera la ampliación de equipos y grupos del todo inasumible desde el punto de vista futbolístico, físico y económico.
Múltiples intereses están en juego, pero la cancelación sin consecuencias ayuda a limar los perjuicios. Las prisas y los inventos, en lugar de aportar soluciones, enredan un fútbol no profesional ya de por sí maltratado por la propia naturaleza de la crisis devenida por el impacto del coronavirus.
Las propuestas que hay sobre la mesa para definir los ascensos a Segunda B.