El foco en los grandes banquillos: de futbolista a entrenador

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Análisis del salto de de futbolista a entrenador. ProFootballDB

Andrea Pirlo es el último gran exponente de una tendencia muy contemporánea: la metamorfosis en entrenadores de jugadores reacios a dejar el fútbol. ProFootballDB repasa los perfiles 'top' y no 'top' en las cinco grandes ligas y otras principales, pone el foco en los técnicos que prefieren la estación intermedia del filial, hace un mapamundi de seleccionadores...

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Luis Aragonés era adicto al olor de la hierba. Para Kevin Keegan, único inglés con dos Balones de Oro, lo más difícil en la vida es "encontrar algo para reemplazar al fútbol, porque no hay nada". Jorge Valdano, un filósofo muy versado, siempre defendió que nunca aprendió tanto de sí mismo y de sus compañeros como en un terreno de juego. Pep Guardiola tiene claro que lo que caracteriza a un buen entrenador es "lo que los jugadores dirá de él cuando todo haya terminado". Desligarse del deporte rey es psicológicamente complejo, ha llegado a causar profundas depresiones. Por ello, la mayoría de futbolistas construyen un puente. Se hacen 'scouts', pasan al mundo de la representación, se forman como directivos. Pero los más osados, o puede que los más inconscientes, dan el salto al banquillo. Del lugar más cómodo pasan al más complicado. Da igual que hayan vivido en la élite o tenido una trayectoria modesta, la tendencia a esa metamorfosis cada vez es mayor. Es un buen momento para pulsar esa evolución del césped a la pizarra, moneda tan corriente en este siglo XXI.     

7 de agosto de 2020. El City acaba de apear al Real Madrid en octavos de final de la Champions. Minutos después, apenas dos siluetas quedan en el césped. Pep Guardiola, jersey y pantalón de pinza, está sentado sobre la nevera de las bebidas isotónicas. Habla y gesticula, cabeza ladeada. Zinedine Zidane, manos en los bolsillos de un elegante traje negro, con el toque informal de unas zapatillas deportivas, oye y asiente. Siete Champions frente a frente, dos en el campo, cinco en los banquillos. Pero la charla es distendida. Bien pueden estar hablando de jardinería, de alguna anécdota de los hijos en el instituto, de cómo es conducir por la izquierda en Inglaterra. En ningún caso están los picos de estrés de haber caído eliminado en Europa, ni la adrenalina de seguir vivo en la competición más deseada. Valga esa escena para congelar el tiempo y la tensión diaria de los entrenadores y recordar a dos ídolos del balón. Y que han tenido la suerte de serlo también con el traje de técnico.  

El catalán y el francés son el paradigma de jugadores de élite que también resultan entrenadores de bandera. No es lo habitual. Pero sí una apuesta cada vez más compartida por los clubes. A medida que el circo y la empresa disfraza más la esencia de este bendito deporte, los banquillos se van llenando de ex jugadores a los que se confía la llave de un proyecto. No hay una correlación exitosa entre haber arrasado en los años mozos y repetir ya con canas, ahí están para demostrarlo los Klopp, Mourinho, Emery, Benítez o ahora también el mago Flick, futbolistas efímeros pero de gran caché pizarra en mano, para demostrarlo. Sin embargo, es el perfil que se va extendiendo en las grandes ligas.  

Otras estrellas sobre el césped probaron la hiel de los banquillos o aún no han hallado el camino del éxito. Valga como paradigma Clarence Seedorf, el único jugador del mundo en levantar la Champions con tres camisetas diferentes hiló batacazos dirigiendo a Milan, Shenzhen, Deportivo y Camerún.  Balones de Oro como Hristo Stoichkov, al que el fútbol parece haber dejado atrás, por metodología o por falta de adaptabilidad; o Jean-Pierre Papin, quien ahora intenta reengancharse en el fútbol amateur.  

Encontramos los que andan horneándose a fuego lento para que cuando llegue el salto se hable más de ellos por su preparación que por su pasado exitoso, como Raúl o Xavi. Incluso los más kamikazes, los que sin haberse retirado no han dudado en alternar las veces de futbolista y entrenador, caso de Wayne Rooney o Vincent Kompany. Maneras de extender la carrera y redimensionarla.

La suerte para el aficionado es que una pléyade de estrella traslada su firmamento a los banquillos. Sin embargo, el camino se llena de obstáculos con el nuevo rol. El futbolista suele pensar más en sí mismo, el entrenador tiene que pensar por todos. Un cambio de chip que, no obstante, alberga la ventaja de conocer mejor que nadie la materia prima diaria.  

El paso de muchos de ellos se vio venir. Guardiola ya tenía alma de entrenador en el campo.  La pasión de los hermanos Inzaghi no podía quedarse en los recuerdos de los tacos. Martín Demichelis o Fabio Cannavaro derrochaban liderazgo. O qué decir del punto de vista táctico y coral que otorga haber sido un portero de carrera prolífica (Rodrigo Ceni, Palop). Es más, aunque encontramos inesperadas metamorfosis, suele haber un cordón umbilical entre la pizarra del entrenador y cómo se empleaba en el campo. No cuesta imaginar una charla de Xavi Hernández a sus jugadores, ni sorprende la compenetración entre el Simeone de pantalón corto y el de chaqueta.  

Una brillante carrera previa, en cualquier caso, es trampolín de entrenadores, pero no red. Saben ya de eso Thierry Henry, seriamente golpeado durante sus inicios, o Diego Forlán, engullido por la trituradora de Peñarol en sus primeros pasos, sin memoria de un palmarés muy jalonado. 

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El mapa de los banquillos en las cinco grandes ligas

En este estudio se categorizan los entrenadores por su perfil como futbolista. Valga el ELO para agrupar a los técnicos por su impacto como jugador, clasificar quién fue ‘top’ o un obrero del balón. El ELO es un valor legado del ajedrez aplicado al fútbol para determinar el nivel de un jugador. La FIFA lo utiliza. Se calcula con variables como la dificultad de los compromisos, rivales, competiciones, impactos bajo presión, goles y asistencia, jugadas clave, contribución ofensiva, defensiva, ‘stats’ avanzadas... A cada concepto se le otorga una puntuación y se moldea con la actuación del protagonista. Hay puntos en liza y se busca arrebatarlos al rival. Cuanto más alto es el ELO, más alto es el nivel de un futbolista. Este valor premia la regularidad. La mayoría de los técnicos de hoy jugaban en un deporte sin 'Big Data'. Entonces el ELO pondera victorias, goles, asistencias y titularidades. Por eso Lampard tiene más que Zidane, por ejemplo. El francés, como Xavi e Iniesta, es un gran maltratado por la estadística. Aclarado este punto, desmigamos el mapa de las cinco grandes ligas. 

Haber sido futbolista no es condición 'sine qua non' para convertirse en entrenador. Pero ayuda, qué duda cabe. De los 98 técnicos que dirigen actualmente en las cinco grandes ligas, solo cuatro no hicieron carrera como jugadores. La excepción que confirma esta regla del ciclo de la vida del balompié.

José Mourinho (Tottenham) es el más representativo de todos. El que más éxito ha tenido en los banquillos. 25 títulos adornan sus vitrinas y le convierten en el séptimo entrenador más laureado de la historia. Nada mal para un profesor de Educación Física. Su camino hasta la cima, al contrario que el de muchos de sus colegas, fue empinado. En vez de engrosar directamente en el organigrama de uno de sus ex equipos -ya que no tuvo-, el portugués tuvo que abrirse paso. Se licenció en la universidad, entrenó a equipos de Secundaria y, tras obtener la licencia UEFA, inició su trayectoria como asistente. Mou es la prueba viviente de lo importante que es aprender idiomas. Habla cinco en la actualidad, pero le bastó con saber inglés para que Bobby Robson confiase en él durante sus etapas en Lisboa, Oporto y, por supuesto, en el Barcelona

Como muchos otros, Mourinho acabó su ciclo como asistente para dar el salto definitivo a los banquillos a principios de siglo. Un camino similar al que siguió André Vilas-Boas. También de la mano de Robson, al que, con solo 16 años, ayudaba de vez en cuando en el Oporto. Allí, unos años más tarde, ejercería como asistente técnico de Mou, al que acompañaría también a Londres y Milán.

No es extraño, por tanto, que Oporto y Chelsea fuesen también los primeros clubes a los que VIlas-Boas dirigió -previo paso por Coimbra- al máximo nivel. Su éxito, sin embargo, distaba y todavía dista mucho del que fuese su maestro. Pero ambos pueden presumir, sin duda, de haber llegado a la élite por méritos propios, sin el ‘background’ que se le presupone a todo futbolista.

Tampoco vistieron de corto Jérôme Arpinon, del Nîmes, ni Diego Martínez, el más joven de LaLiga -como ya lo fuesen Mourinho y Vilas-Boas en Portugal e Inglaterra en su momento- y precursor de la mejor temporada de la historia del Granada, al que ha llevado a disputar la Europa League por primera vez. Si ellos tuvieron en Bobby Robson un mentor, Monchi fue un espejo para el gallego.

Los otros 94 técnicos que nos ocupan también tuvieron sus propios referentes, pero sus carreras hasta llegar donde están ahora han sido muy distintas. Sin embargo, y pese a suponer una ventaja, ser un gran futbolista no siempre garantiza tener una magna trayectoria como entrenador. El ejemplo más claro es el de Jürgen Klopp, mejor técnico del mundo en 2019 para la FIFA, si bien nunca llegó a jugar en una primera categoría. 

De hecho, la analítica avanzada de ProFootballDB encuadra al alemán entre los preparadores actuales de las cinco grandes ligas cuyo ELO máximo no superó los 70 puntos durante su etapa en el césped (67 en su caso), los cuales son, por increíble que parezca, la inmensa mayoría (43,62%). El 10,64% (10) estuvo entre 80 y 85. Solo un 12,77% (12) superó el 85 de ELO, como Andrea Pirlo (89).

NIVEL SÚPER TOP

El técnico de la Juventus es el ejemplo perfecto de cómo un excelente currículum sobre el terreno de juego puede llevar a alguien a dirigir en la élite sin ni siquiera pasar por un equipo juvenil o un filial (si bien principio iba a dirigir al ‘Primavera’). Un año en Segunda y un ascenso frustrado le bastaron a Frank Lampard (94) para convertirse en la máxima autoridad de Cobham. El Castilla de Zinedine Zidane (90) ni siquiera brilló antes de tomar las riendas del Real Madrid.

Los tres pertenecen, no obstante, a la minoría. La nobleza del balompié europeo. Futbolistas de una calidad inmensa que permanecerán siempre en nuestra memoria como tal, pero que luchan por extender su leyenda a los banquillos. Con dos Ligas y tres Champions League, el francés ya lo ha conseguido, como Diego Pablo Simeone (89) en el Atlético de Madrid.

Curiosamente, el tercer entrenador con más ELO durante su etapa como futbolista es Steve Bruce (90), del Newcastle, seguido muy de cerca por Ronald Koeman (89), que ha vuelto al Barcelona, Patrick Vieira (89), actualmente en el Niza, y el propio Andrea Pirlo

Sinisa Mihajlovic (86), Filippo Inzaghi (86), Ole-Gunnar Solskjaer (85) y Heiko Herrlich (85) completan esta dinastía junto a Sergio González (85), que lucha por evitar el descenso del Real Valladolid tras tres años liderando el proyecto. Es el único entrenador español contemporáneo que superó los 85 puntos de ELO como jugador.

NIVEL TOP 

Resulta sorprendente que Pep Guardiola (83), uno de los mejores técnicos de todos los tiempos, se encuentre fuera del ‘top 12’, pero pesan sus años en México o Catar. Comparten escalón con él Eusebio Di Francesco (84), Gennaro Gattuso (83), Carlo Ancelotti (83) y el que fuese hasta hace unos meses su discípulo, Mikel Arteta (84), quien, como Pirlo, también se ha estrenado como primer entrenador en el club donde vivió sus mejores día. Incluso ha levantado sus dos primeros títulos con el Arsenal. Con algunos, de hecho, ni se puede determinar el ELO por su carrera más intangible, como ocurre con Bielsa, Brendan Rodgers, Roy Hodgson, Stéphane Moulin, Christope Pélissier, Julien Stéphan y Luca Gotti.

Cierto es que, aunque el preparador del Manchester City pasó primero por el filial, su puesta de largo como entrenador en la élite fue en todo un Barcelona. El mismo camino que siguió, salvando las distancias deportivas y económicas, claro está, Míchel (81) en el Rayo Vallecano. Poco o nada se les puede reprochar, sin embargo, pues su trabajo dio frutos casi de inmediato. Algo que los aficionados de la Juventus, por ejemplo, esperan ahora de su actual entrenador.

Antonio Conte (82), del Inter de Milán; Bruno Labbadia (81), del Hertha Berlin; Niko Kovac (81), del Mónaco; y Julen Lopetegui (80), vigente campeón de la Europa League con el Sevilla, completan el elenco de técnicos de las máximas divisiones de España, Francia, Alemania, Inglaterra e Italia que brillaron sobre el césped y luchan por hacerse un nombre al otro lado de la línea de cal.

NIVEL CLASE ALTA 

24 de los entrenadores que nos ocupan, el 25,53% del total, formaron parte de una suerte de la clase alta futbolística (entre 70 y 79 de ELO) de su tiempo. Una generación que, a día de hoy, compite prácticamente de tú a tú contra quienes siempre les superaron con el balón en los pies. Algunos, incluso, como Stefano Pioli (78) o Hansi Flick (74), están dirigiendo a clubes históricos como el Milan y el Bayern. Otros, como Álvaro Cervera (73), se han convertido en la revelación de la temporada en su país. En su caso, por convertir al Cádiz en uno de los mejores recién ascendidos a Primera División en lo que ha transcurrido de siglo XXI. También dirigen en LaLiga, al norte de España,  Gaizka Garitano (71) e Imanol Alguacil (73). Este último vivió sus mejores momentos como futbolista con su actual equipo, la Real Sociedad, como le ocurrió también a Javi Gracia (77), que ahora está inaugurando un nuevo capítulo de su carrera en el Valencia.

NIVEL CLASE MEDIA-BAJA 

En el último escalón hallamos curiosidades como la de Unai Emery (60), tres veces campeón de la Europa League con el Sevilla pese a que como futbolista no brilló. Lo mismo podría decirse de Klopp, o Thomas Tuchel (43), aprendiz de este que llevó al PSG a disputar su primera final de la Liga de Campeones. A Tuchel, como a Julian Nagelsmann (33), una lesión crónica le apartó de los terrenos de juego, lo cual le abrió un nuevo camino. Ambos integran una excelente generación de técnicos alemanes pese a ver truncadas sus carreras sobre el verde. También destaca el caso de Sebastian Hoeneß (46), del Hoffenheim, retirado mucho antes de cumplir los 30 años, y Florian Kohfeldt (29).

Dos españoles, José Bordalás (25) y Pablo Machín (25), cierran una lista curiosa, cuando menos. Si bien tuvieron una carrera poco gratificante como jugadores, ahora, al igual que los otros 96 entrenadores, pueden presumir de dirigir a un equipo de una de las grandes ligas del continente. Un privilegio que, a la vista está, puede estar al alcance de todos.


El mapa en otras ligas europeas 

El mercado europeo de entrenadores está lleno de grandes profesionales en paro. Demasiados candidatos para tan pocas vacantes. Unos deciden esperar una oferta u oportunidad adecuadas; otros, bien por necesidad vital, bien por su naturaleza inquieta, prefieren buscarse la vida lejos de casa o en campeonatos ajenos a las grandes ligas del continente. Aunque su nombre sea Steven Gerrard.

A la espera de que Jürgen Klopp ceda el trono de Anfield, el otrora capitán del Liverpool y la Selección Inglesa decidió emigrar al norte para hacerse cargo del Rangers. Un proyecto que empieza a dar sus frutos más de dos años después de hacerse cargo del mismo y que, al liderarlo, le ha convertido en uno de los pocos ex jugadores de talla mundial que entrenan en las ligas secundarias de Europa.

NIVEL SÚPER TOP  

De los 70 directores técnicos de las máximas divisiones de Bélgica, Países Bajos, Rusia, Portugal y Escocia, Gerrard es el que más ELO alcanzó como jugador (94), por delante de Vincent Kompany (89), técnico del Anderlecht, y Valeri Karpin (88), del Rostov ruso. Apenas representan un 4,29% del total. Los demás nunca superaron los 85 puntos de ELO en su etapa como futbolistas.

Huelga decir que al ex capitán del Manchester City le costó colgar las botas, de ahí que alternara el banquillo con el césped durante sus primeros meses al frente del conjunto belga. Sus logros en Inglaterra bien le podrían haber abierto las puertas, como poco, de alguna de las prestigiosas academias del fútbol inglés. Incluso del cuerpo técnico de Pep Guardiola. Sin embargo, prefirió volver a casa y empezar su nueva etapa donde comenzó la primera.

Tras un breve regreso a España durante el curso 2014-2015 para dirigir al Mallorca, Valeri Karpin fue destituido 25 partidos después, así que recorrió el camino de vuelta a Rusia para hacerse cargo del Torpedo Armavir. Actualmente, afronta su cuarta temporada al frente del Rostov para ser el técnico más mediático -aunque, ni de lejos, el más laureado- del país que le vio nacer.

NIVEL TOP 

Tampoco abundan los exjugadores que alcanzaron entre 80 y 85 puntos de ELO y entrenan actualmente en algunos de estos campeonatos. Son solo cinco, lo que supone un 7,14% del total, y el más destacado es Sérgio Conceição (83), quien se ganó a pulso llegar a dirigir al Oporto a pesar de jugar únicamente dos temporadas y media para los ‘dragoes’. 

En la Eredivisie tenemos a Henk Fraser (82), leyenda del Feyenoord, dirigiendo actualmente al Sparta de Rotterdam, donde hizo su debut, y a John van den Brom al frente el Utrecht. En el país vecino, Philippe Clement (80) lideró la temporada pasada al Brujas a conquistar la Jupiler League y se consagró aún más como el mito que fue como jugador en el club.

Neil Lennon (81) afronta su tercera etapa como técnico del Celtic, donde, cumpliendo la tendencia marcada por muchos de sus homólogos, permaneció siete temporadas en sus tiempos como mediocentro. Nueve años después, podría volver a ver cómo se le escapa el título en detrimento de los Rangers, a los que Steven Gerrard parece haber contagiado su gen competitivo.

NIVEL CLASE ALTA  

Llama la atención que el entrenador del Ajax, club tradicional donde los haya en Europa, nunca jugase para el club. De hecho, Erik Ten Hag (73), al contrario que muchos de los técnicos más destacados que ha tenido el equipo en los últimos tiempos, jamás disputó un solo encuentro como profesional lejos de Países Bajos. Hizo carrera en la Eredivisie, sobre todo en el Twente.

Si algo jugó a su favor a la hora de imponerse al resto de candidatos al puesto en 2017 fue su paso por el equipo reserva del Bayern de Múnich, donde trabajó estrechamente con Pep Guardiola, quien le enseñó en profundidad los conceptos básicos del 'cruyffismo'. Conocimientos que aplicó en Utrecht antes de recalar en Ámsterdam. Un hombre hecho a sí mismo.

No obstante, el nombre más reconocible entre los 22 preparadores de esta clase media (31,34%) es el de Dick Advocaat. Al igual que Ten Hag, su carrera se limitó exclusivamente al campeonato neerlandés. Pero a sus 73 años, el técnico del Feyenoord puede presumir de un currículum que le ha llevado a entrenar en Escocia, Corea del Sur, Alemania, Rusia, Bélgica, Serbia, Turquía o Inglaterra. Resulta llamativo, de hecho, la cantidad de ex neerlandeses que engrosan este escalón, como Kevin Hofland (77), del Fortuna Sittard; Fred Grim (77), del Waalwijk; Hans de Koning (76), del VVV Venlo; Adrie Koster (72), del Willem II; o Danny Buijs (76), preparador del Groningen. Por ahora, ninguno ha probado fortuna en el extranjero.

Podrían hacerlo tarde o temprano César Peixoto (72), entrenador del Moreirense, de 40 años, o Rúbem Amorim (74), su colega del Sporting de Portugal, de 35, que tuvieron un rendimiento decente como futbolistas y ahora abanderan una prometedora generación de técnicos portugueses.

Un viejo conocido de España como Philippe Montanier (72), actualmente en el Standard de Lieja, tuvo una trayectoria reconocida en el fútbol francés, aunque lejos de ser deslumbrante, al igual que Sergéi Semak (79) en Rusia. El croata Ivan Leko (71), conocido por su paso por Málaga y Brujas, puede presumir de haber doblegado al Tottenham de Mourinho en la presente Europa League.

NIVEL CLASE MEDIA-BAJA 

De los profesionales que integran el 34,29% restante, compuesto por quienes no superaron los 70 puntos de ELO sobre el césped, el más reconocible en los últimos tiempos sea el de Roger Schmidt (49), reconocido por su paso por el Red Bull Salzburg y el Bayer Leverkusen. Tras una breve aventura en China, ahora dirige al PSV. Junto al suyo, luce el nombre de Carlos Carvalhal (62), entrenador del Sporting de Braga. Su trayectoria como director técnico supera con creces a la que registró antes de colgar las botas, con experiencias en Turquía, Chipre o Inglaterra. Algo mejor -pero no demasiado- les fue como jugadores a Nicky Hayen (69), preparador del Waasland-Beveren belga; Gary Holt (68), del Livingston escocés; o a Rashid Rakhimov (65), del Ufa ruso. 

El último mediático con asiduidad, sin embargo, ha sido Sandro Schwarz (55). El alemán, sucesor de Tuchel en el Mainz 05 con 38 años, recibió la llamada del Dinamo de Moscú para liderar su ambicioso proyecto. El hombre que le ha confiado la dirección del equipo, Zeljko Buvac, fue la mano derecha de Klopp durante 17 años antes de asumir la dirección deportiva del conjunto ruso.


Una fórmula ni moderna ni de éxito

El recurso a la desesperada de un club. Una decisión apresurada de quien se resiste a colgar las botas. Un conflicto en la jerarquía del vestuario. La figura del jugador-entrenador deja muchas interpretaciones. Semanas antes de presentar su doble dimisión en Boston River, el ‘Loco’ Abreu bromeaba en una entrevista prepartido. “Sebastián Abreu será titular”, aseguraba, pero quizá también ponía en solfa la idoneidad de jugar y dirigir a la vez, al menos en el fútbol de élite. Raros son los casos a gran nivel más allá de Ryan Giggs en el Manchester United en 2014. 

Abreu y Kompany son los ejemplos más recientes. Y ahí queda el de Wayne Rooney, repescado de la MLS para apurar sus últimos días de juego en el Derby County mientras finiquitaba su fogueo en los banquillos. Actual ayudante de Cocu, su contrato dice que asumirá el mando absoluto en breve. Pero este concepto no es tan moderno como se pueda pensar, Adolfo Pedernera ya lo fue en los 50 (Millonarios). Y una tónica británica. Toshack, Robson, Dalglish, Gullit, Ince, Hoddle o Vialli son casos conocidos y a buen seguro en divisiones inferiores existen más que no se han podido documentar.

 


¿Desde la fama o desde la sombra?

Millones de personas, futbolistas o no, sueñan con llegar a ser entrenadores de élite algún día. Obviamente, tan solo unos pocos lo consiguen. Sus secretos varían, pues los caminos del fútbol son inescrutables.

Como ya hemos comprobado, los banquillos de las grandes ligas de Europa son de lo más variados. Desde leyendas del balompié hasta ex jugadores de barrio, pasando por jóvenes promesas truncadas por las lesiones, los ocupan, demostrando que lo que uno tenga en la cabeza poco o nada tiene que ver con lo que sea capaz de hacer con los pies.

Si hablamos de preparadores de éxito en la última década, uno de los primeros nombres que se nos viene a la cabeza es el de Jürgen Klopp. Pese a no haber jugado nunca en la Bundesliga ni en ninguna otra categoría de primer orden, figura entre los técnicos con mayor bagaje de Europa desde el año 2010. Aunque es Christophe Galtier, del Lille, el que más acumula sentado en un banquillo (380).

Con 377 partidos como entrenador en los últimos diez años, el alemán ya ha superado los 341 que disputó como futbolista en 12, al igual que el francés con sus 347 apariciones como futbolista. Su rival y buen amigo Pep Guardiola, por otro lado, apenas suma 360 encuentros dirigidos en este periodo de tiempo frente a los 535 que disfrutó dentro de los límites de un terreno de juego. Más o menos como Mauricio Pochettino (368 E, 474J).

Esto habla muy bien de sus capacidades como líderes del vestuario, logrando éxitos y un gran prestigio mucho más rápido que cuando eran jugadores. Una línea similar a la de Diego Pablo Simeone (351 E, 642 J), Carlo Ancelotti (310 E, 375 J), Ernesto Valverde (275 E, 418 J) y Antonio Conte (221 E, 503 J), sin desmerecer a Vincenzo Montella (284 E, 436 J).

Sin embargo, no todos los que engrosan esta lista brillaron tanto sobre el césped como lo hacen desde la línea de cal. Unai Emery, sin ir más lejos, tuvo una trayectoria discreta entre Segunda División y Segunda División B antes de convertirse en el genio táctico que es hoy, con 368 encuentros oficiales como entrenador desde 2010 en equipos como Valencia, Sevilla, Paris Saint-Germain o Arsenal.

Tampoco cató las mieles de Primera División José Luis Mendilibar hasta que se retiró, a pesar de haber jugado 532 partidos. En la última década, ‘Mendi’ acumula 306 encuentros oficiales desde la banda y está más que consolidado en LaLiga. Como Klopp, los vascos están lejos de ser la excepción que confirme una regla que pocas veces -cada vez menos- se cumple: a mayor trayectoria como futbolista, mayor capacidad para ser entrenador.


Maestros a fuego lento en filiales

Guardiola y Zidane, paradigma de grandes jugadores que mantuvieron su buena estrella en los banquillos, optaron por un rodaje previo más discreto antes de lanzarse a la piscina. Además, de manera muy dirigida, pasando por los filiales de Barcelona y Real Madrid como estación de paso hacia el primer equipo. Así les fue muy bien, una senda que otros están siguiendo igualmente como aval de su formación y amortiguación antes del gran desafío que supone la escena de élite. Eso de dirigir en las inferiores de un equipo que marcó una época al jugador es una constante. 

De todos los ejemplos que ofrece el marco continental, el de Raúl González Blanco queda por encima. El ex delantero del Real Madrid colgó las botas con unos éxitos envidiables. Pronto, en cuanto anunció que quería ser entrenador, fue elegido por la opinión pública y en los mentideros del madridismo como futuro técnico blanco; incluso le colgaron la etiqueta del nuevo Luis Molowny. Y él nunca rehusó su destino, pero quiso asegurarse pies de plomo para estar a la altura de la exigencia. Nadie mejor que él conoce los listones del Bernabéu. 

Pasos muy similares sigue Ruud van Nistelrooy, quien fuera su socio en Chamartín entre 2006 y 2009. El ex artillero neerlandés es en la actualidad preparador en el Sub 19 del PSV Eindhoven, el club que empezó a ponerlo en órbita como jugador. Eso sí, antes de llegar al juvenil del equipo neerlandés ya había hecho labores dentro del cuerpo técnico del primer equipo.  

Continúa esa tendencia otro ex compañero de ambos, Xabi Alonso, aunque el tolosarra lo hace en el primer gran equipo de su vida: la Real Sociedad. Un breve paso por la cantera del Real Madrid precedió  su actual faceta, la de máximo responsable del Sanse, filial donostiarra, donde ha comenzado su segundo año.    

Aunque España nos deja más ejemplos (Angulo, Etxeberria), en la actualidad encontramos trayectorias similares en otros países. Como la de Martín Demichelis, que cumple su segundo año al frente del equipo Sub 19 del Bayern, donde militó nueve años y conquistó once títulos. Lo mismo ocurre con Alberto Aquilani, responsable de los ‘primavera’ en la Fiorentina, cuyo escudo defendió a lo largo de tres años en su carrera de élite. 

Otra tendencia curiosa es la de algunos entrenadores que se van forjando en las categorías inferiores de la selección que un día defendieron o que se han especializado en la labor pedagógica, como nos demuestran los Luis de la Fuente (España Sub 21), Santi Denia (España Sub 19), Pablo Aimar (Argentina Sub 17), Adrian Mutu (Rumanía Sub 21) o Bernard Diomède (Francia Sub 20).  


La radiografía en las selecciones

Una de las mayores cotas que puede alcanzar un entrenador es el de dirigir a una selección nacional. Más allá de la nativa, por supuesto. Hoy en día, cada vez es más habitual que las federaciones, especialmente las de países emergentes, apuesten por técnicos extranjeros. La tendencia varía, no obstante, según el contexto.

La principal ventaja de un combinado nacional es el idioma. En un deporte cada vez más globalizado, tener 23 futbolistas que se comunican en la misma lengua es, sin duda, una ventaja respecto a los clubes. Si quien les entrena también lo hace, mejor que mejor. Esa parece ser la premisa en continentes como Europa y, en menor medida, África.

En el resto del mundo, sin embargo, encontramos verdaderas torres de Babel del fútbol.

EUROPA 

Tradicionalmente, las selecciones europeas se han caracterizado por confiar su destino a entrenadores oriundos que se encuentren sin equipo. Luis Enrique (España) es un buen ejemplo, al igual que Frank de Boer (Países Bajos) o Roberto Mancini (Italia). Gareth Southgate (Inglaterra) y Joachim Löw (Alemania), por su parte, dieron el salto desde el propio organigrama del equipo; uno desde la Sub 21, el otro tras ejercer como asistente de Jürgen Klinsmann.

Una filosofía parecida siguieron Portugal con Fernando Santos -ya con experiencia al frente de Grecia-, Croacia con Zlatko Dalic -ascendido tras la destitución de Ante Čačić- o Escocia con Steve Clarke, que ha logrado clasificar a su selección para un gran torneo internacional por primera vez en casi un cuarto de siglo. Resulta llamativo el caso de Andriy Shevchenko, que tomó las riendas de Ucrania sin haber ejercido antes.

Son pocos los países europeos cuya selección está dirigida por un foráneo. Roberto Martínez es el que más éxito ha tenido recientemente, y logrando el tercer puesto en la Copa del Mundo de 2018 con Bélgica, además de ser el número uno actual del ranking FIFA. El sueco Lars Lagerbäck aceptó el trabajo de Noruega tras triunfar con Islandia, mientras que Franco Foda, pese a ser alemán, hizo lo propio con Austria. En ambos casos, la barrera del idioma no existe como tal.

ÁFRICA 

Muchos entrenadores europeos que no encuentran acomodo en sus banquillos sí lo hacen en África, especialmente franceses, como Patrice Beaumelle (Costa de Marfil), Didier Six (Guinea) o Djamel Belmadi (Argelia), cuya elección no es casual, al tratarse también de países francófonos. 

Su buen dominio del inglés les ha permitido al alemán Gernot Rohr y al serbio Milutin Sredojević no tener excesivos problemas en Nigeria y Zambia, respectivamente. Pese a que Vahid Halihodzic es bosnio, Marruecos decidió confiar en él dada su longeva trayectoria en África y Asia y sus tres experiencias previas como seleccionador de Costa de Marfil, Argelia y Japón.

Charles Akonnor (Ghana), Hossam El Badry (Egipto), Aliou Cissé (Senegal) y Molefi Ntseki (Sudáfrica) han logrado equilibrar levemente la balanza ante la galopante ausencia de entrenadores africanos a nivel internacional, tanto a nivel de clubes como de selecciones.

AMÉRICA DEL SUR 

En la CONMEBOL ocurre como en las competiciones amparadas por la UEFA: existe devoción por el entrenador argentino. Hasta cuatro de ellos están al frente de algún equipo nacional sudamericano. Lionel Scaloni sostiene la bandera más apetecible, la ‘Albiceleste’. Eduardo Berizzo (Paraguay), Ricardo Gareca (Perú) y Gustavo Alfaro (Ecuador) completan el elenco.

Solo las tres grandes selecciones del continente, incluida Argentina, tienen en sus banquillos a preparadores del país; completan el el elenco Tite en Brasil y Óscar Washington Tabárez en Uruguay. A Colombia la dirige, de hecho, un europeo, el portugués Carlos Queiroz, que vive su quinta experiencia como seleccionador. Chile le confió las riendas a un colombiano (Reinaldo Rueda), Bolivia a un venezolano (César Farías) y Venezuela a otro luso, José Peseiro, otrora director técnico de Arabia Saudí.

AMÉRICA DEL NORTE 

Al norte, en territorio CONCACAF, ocurre más o menos lo mismo, con el argentino ‘Tata’ Martino dirigiendo a México. Desde Jürgen Klinsmann (2011-2016), Estados Unidos encadena tres entrenadores originarios del país. Gregg Berhalter es el actual. 

Aparte, tan solo Guatemala (Amarini Villatoro), Costa Rica (Ronald González) y Jamaica (Theodore Withmore) cuentan con directores técnicos oriundos. El caso del inglés John Herdman es único en el mundo: llegó a dirigir al combinado canadiense procedente de la sección femenina.

ASIA Y OCEANÍA 

Catar, vigente campeona de Asia, confió su ambicioso proyecto mundialista a un cuerpo técnico liderado por el español Félix Sánchez. El catalán, tras diez años en el sistema formativo de La Masía, ha acompañado a la mejor generación de cataríes en todas sus etapas, desde la Sub 19 hasta la absoluta.

Sánchez encabeza la comitiva de técnicos extranjeros en quienes las federaciones asiáticas han confiado. Uno de ellos, el francés Hervé Renard, encara en Arabia Saudí su sexta etapa como seleccionador. El fútbol balcánico, además, se ha hecho un hueco en el continente de la mano de Dragan Skocic (Irán), Srecko Katanec (Irak) y Branko Ivankovic (Omán).

En 2018, Hajime Moriyasu se convirtió en el primer nipón en el banquillo de Japón en ocho años, tras recoger el testigo de un italiano, un mexicano (Javier Aguirre) y el bosnio Vahid Halihodzic. En China, Lie Tie puso fin al reinado italiano que habían forjado entre Marcelo Lippi y Fabio Cannavaro, quien ejerció de interino en 2019.

Las federaciones oceánicas, por su parte -aunque la australiana esté adherida a Asia-, lucharán por ir a Catar 2022 de la mano de dos hombres nacidos en las antípodas, como es el caso de Danny Hay (Nueva Zelanda) y Graham Arnold (Australia). Así se puso fin a una década en la que alemanes, ingleses y neerlandeses partían con ventaja a la hora de entrenar a una selección que no era la suya.


21 Balones de Oro en los banquillos

Stanley Matthews fue pionero en dos cuestiones que convertirían la vida de cualquier futbolista en extraordinaria: ganar un Balón de Oro y recibir el título de Sir estando aún en activo. También ostenta el privilegio de ser uno de los 21 ganadores del galardón de ‘France Football’ que luego dieron el salto a los banquillos, tuvieran mejor o peor suerte. Es la cantidad de estrellas que han ido reciclando sus carreras. Justo en un total de 50 años, hasta Fabio Cannavaro en 2006. 

He ahí una de las conclusiones: pese a que ya comprobamos que en el siglo XXI importantes jugadores se animaron a entrenar, las estrellas contemporáneas aún andan lejos de ello. El duopolio de Leo Messi (6) y Cristiano Ronaldo (5) desde 2008. Únicamente Shevchenko y Cannavaro se atrevieron. Ronaldo Nazário (2002) y Pavel Nedved (2003) optaron por ir a los despachos; Michael Owen (2001), Ronaldinho (2005) o Kaká (2007) se desmarcaron más allá de contratos publicitarios y asistencia a eventos, y Luis Figo, además de empresario, hace las veces de embajador de la UEFA.  

La suerte para los que lo intentaron como técnicos fue dispar. Zidane, pese a su juventud como entrenador, ya es quien maneja el mejor palmarés. Pero tipos del genial palmarés de Gullit, Van Basten o Stoichkov vieron sus carreras truncarse hasta el punto de llevar años fuera de órbita. Sammer fue bastante efímero, Papin intenta reengancharse en el fútbol modesto. Y gente de la talla de Beckenbauer, Sívori, Shevchenko, Maradona, Matthäus o Blokhin probaron lo que significa dirigir a una selección. 

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